Dinosaurios y máquinas del tiempo (I)
EN EL FUTURO AÑO 2055, el viaje en el tiempo será una realidad, tan excitante como impredecible... Perdido todo interés por la conquista del espacio, el sueño de todo millonario ya no obedece a los cánticos de sirena del turismo espacial. Para qué, si uno puede descargar adrenalina cazando dinosaurios en pleno Cretácico. Al margen del elevado coste, los intrépidos viajeros deben comprometerse a respetar tres directrices: no alterar el pasado, no dejar allí objeto anacrónico alguno, y no importar nada al presente. Inesperadamente, alguien quebranta las normas y la evolución escapa de todo control... El argumento pertenece a El sonido del trueno (A Sound of Thunder, 2005), entretenido filme dirigido por Peter Hyams, basado en el exitoso relato homónimo de Ray Bradbury.
A nadie escapa el extraordinario encanto del viaje en el tiempo. Desde un punto de vista narrativo, constituye un verdadero caleidoscopio, un complejo juego de muñecas rusas con múltiples enfoques. La pluralidad de situaciones reflejadas en filmes y novelas de ficción sobre viajes en el tiempo así lo corrobora. Existen, no obstante, momentos del pasado de especial interés, instantáneas del entramado espaciotemporal erigidos en verdaderos puntos de acumulación de viajeros del tiempo.
Los episodios comúnmente visitados en la ficción abarcan desde la crucifixión de Cristo hasta la Revolución francesa (sólo si el autor es francés), pasando por el asesinato de Kennedy. Aunque la palma se la llevan los safaris en pleno Cretácico para contemplar in situ a los extintos titanes de antaño. Quién sabe si en un futuro no muy lejano los cronohistoriadores de este país se desplazarán al Parlament de Catalunya, a principios del siglo XXI, para documentar la aprobación del Estatut... La antología Dinosaurios (Dinosaurs!, 1995) compila verdaderas joyas del relato corto en las que la acción se articula alrededor de estos seres de leyenda.
Así, Sam Moskowitz propone una divertida premisa en Death of a dinosaur: una compañía comercializa bistecs de dinosaurio congelados cuya procedencia resulta obvia. Las controvertidas causas de su extinción constituyen la piedra angular de relatos como el irónico Vigésimo viaje de Ijon Tichy, aparecido en los Diarios de las estrellas. Viajes [Dzienniki gwiazdowe, 1971], de Stanislaw Lem, donde los primeros experimentos frustrados sobre viajes en el tiempo provocan importantes alteraciones en el pasado, como las glaciaciones del Cámbrico y del Pleistoceno, el incidente de la Tunguska siberiana o la destrucción de un planeta entre las órbitas de Marte y Júpiter (¿origen del actual cinturón de asteroides?).
Así las cosas, la extinción de los dinosaurios tiene su origen, según el relato, en un exceso de radiación producido durante un experimento. Dinosaurs, de G. A. Landis, aboga por otra teoría como detonante de la gran extinción: el desvío al pasado de misiles durante un ataque soviético. Ahí es nada...
También los amantes del turismo y de los deportes de riesgo encuentran un verdadero filón en la caza de dinosaurios. Así, el protagonista de Pobre pequeño guerrero (Poor Little Warrior!, 1958), de Brian W. Aldiss, exultante ante su presa abatida, termina devorado por los parásitos que anidan en su interior. Por el contrario, en la citada El sonido de un trueno (A Sound of Thunder, 1980), la muerte accidental de una mariposa durante un safari a la prehistoria altera de forma significativa el curso de la evolución.
Paradójicamente, tanto el relato como su reciente adaptación cinematográfica no atinan a explicar por qué la caza de dinosaurios no ocasiona alteraciones en la historia: su propia caída produciría sin duda la muerte de otras muchas especies e induciría cambios mucho mayores que la muerte accidental de una simple mariposa.
En la misma línea, el participante de un safari en pleno Mesozoico de Un arma para un dinosaurio (A Gun for dinosaur, 1978), de L. Sprague de Camp, decide hacer un viaje en el tiempo al día anterior para matar a los guías que lo han importunado. Aquí, el intento de alterar el pasado causa la aparición de fuerzas espaciotemporales que retornan el hombre a su presente... hecho añicos.
Durante 140 millones de años el mundo estuvo dominado por los dinosaurios (algunos todavía en activo en el ruedo político). Pese a que la ciencia se inclina por la caída de un meteorito, hace unos 65 millones de años, como la causa más probable de su extinción, queda por ver si no fue acaso una horda de viajeros del tiempo, aficionados a la caza mayor, la que segó su hegemonía de la faz de la Tierra.
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