Un palo y una piedra como herramientas
A los voluntarios de la asociación La Red de Conil, acostumbrados a trabajar con niños, se les ha caído el mundo encima cuando les ha faltado una pelota para alguna de sus actividades. Y muchas veces se han quejado de la falta de material. El contacto con la organización juvenil Tadamoun de Tánger les ha cambiado este concepto. "Nos han enseñado que basta con la imaginación para poder jugar. Que si no hay una cuerda te puede servir un palo. Que si no hay una tiza para pintar el suelo, basta con una piedra", reconoce Elisa Patiño, una de las voluntarias.
Ambos colectivos están ya ultimando un libro sobre los diez juegos que se practican con bastantes similitudes en Marruecos y España. Algunos son completamente iguales, aunque tengan nombre diferente. El pañuelito, las cuatro esquinas y los pies quietos, populares en las calles españolas, compartirán páginas con el salta caballa, el match o las cinco piedras, muy conocidos en los barrios marroquíes.
Será un libro en árabe y español, con doble portada para ambos idiomas, y permitirá profundizar en los juegos callejeros. La idea es que se pueda repartir en colegios de un lado y otro del Estrecho, con la finalidad de que las actividades lúdicas recuperen el protagonismo perdido y se afiance esta forma de diversión frente a la competencia del ordenador y las videoconsolas.
La experiencia quiere continuarse con un hermanamiento e incluso se baraja la posibilidad de un doble viaje organizado con niños de Tánger y Conil. Habrá también una reflexión más profunda extraída del libro. El juego entendido como una representación de la propia evolución humana a base de carreras por llegar el primero, competiciones para alcanzar el prestigio soñado y emulaciones de guerra por conquistar triunfos. El análisis permitirá descubrir que los juegos son tan reales como la vida misma. O que la vida no es más que un juego.
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