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Entrevista:CRAIG VENTER | Genetista

"No tengo los genes que predisponen a correr riesgos"

Javier Sampedro

La aventura empresarial de Craig Venter, el contendiente privado en la carrera del genoma, tuvo un final agridulce. Su empresa Celera forzó al proyecto público a adelantar los plazos previstos, pero apenas pudo rentabilizar sus inversiones comercializando su base de datos. La información del proyecto público era gratis, y de más calidad. Venter, sin embargo, no ha tardado en encontrar formas innovadoras de sacar partido a sus veloces técnicas para secuenciar ADN (es decir, determinar el orden exacto de sus letras químicas). Recogiendo agua del mar de los Sargazos y secuenciando en bruto cualquier cosa que saliera allí, Venter ha descubierto miles de nuevas especies de microorganismos y millones de nuevos genes. El genetista inauguró ayer el ciclo El genoma de los mares, organizado por la Fundación BBVA.

"Ya tenemos una lista de 40.000 o 50.000 grandes familias de genes distintas, y sólo 5.000 de ellas están presentes en el genoma humano"
"Mi idea es crear una bacteria artificial con una ristra de genes fotorreceptores, de modo que pueda aprovechar un espectro muy amplio de luz solar"

Pregunta. ¿Por qué secuenció usted su propio genoma?

Respuesta. Ante todo por curiosidad. No entiendo cómo un científico puede trabajar en un problema y no tener curiosidad por él. Pero, además, mucha gente estaba asustada de que se conociera su genoma. Pensaban que la información se usaría mal y violaría su intimidad. Yo nunca creí eso, y me puse como ejemplo. Hay dos clases de líderes: los que se ponen al frente y los que empujan a los demás al frente.

P. ¿Qué le ha enseñado su genoma?

R. Hay un equipo trabajando sobre él, y todavía están interpretándolo. Ya hay sorpresas. Por ejemplo, tengo un gen que predispone al Alzheimer. Tiene que venir o de mi padre o de mi madre, pero ninguno de los dos ha sufrido la enfermedad. Ambos han conservado sus facultades mentales más allá de los 80 años.

P. Ponga otro ejemplo.

R. Hay genes que predisponen a comportamientos de riesgo, o a la búsqueda de novedades, y todo el mundo suponía que yo los tendría, pero no es así. Somos una especie compleja. Incluso un rasgo tan simple como la presión sanguínea viene afectado por 300 genes. Cada uno de nosotros tiene unos 100.000 millones de células, y las variantes genéticas no muestran una correlación absoluta con nuestras características, sólo afectan a su frecuencia. Con todo lo que han encontrado en mi genoma, yo no debería estar vivo.

P. ¿Cuántos genes distintos hay en el planeta Tierra?

R. Seguimos descubriendo genes a gran velocidad, y todavía no tenemos la respuesta. En cualquier parte del mar en que miramos estamos encontrando nuevas familias de genes. Ya tenemos una lista de 40.000 o 50.000 grandes familias distintas, y sólo 5.000 de ellas están presentes en el genoma humano y en el de los demás mamíferos. Esto es extraordinario: significa que no sabemos nada sobre nuestro propio planeta. Si ahora mismo encontráramos una bacteria en Marte, no podríamos saber si es un contaminante de la Tierra.

P. ¿Cómo piensa averiguar la función de todos esos nuevos genes?

R. Son ocho millones de genes nuevos. No hay bastantes científicos en el mundo para averiguar su función al viejo estilo. Estamos tratando de desarrollar lo que yo llamo una "genómica combinatoria". Se trataría de crear cromosomas [ristras de genes] sintéticos e irles añadiendo los genes desconocidos en todo tipo de combinaciones. Eso permitiría examinar la función de cerca de un millón de genes nuevos al día.

P. ¿Es la vida marina igual en todas partes?

R. Eso es lo que hubieran esperado casi todos los científicos, ya que todos los océanos forman una gran sopa sin barreras. Pero no es así. Según nuestros datos, el 85% de las secuencias genéticas son diferentes cada 350 kilómetros, y muchas de las especies son únicas. Esto es realmente asombroso. La mayor parte de la biología es local, y consiste en adaptaciones únicas a la luminosidad solar, la temperatura y los nutrientes disponibles en la zona.

P. Uno de sus intereses es hallar nuevas fuentes alternativas de energía. ¿Qué ideas tiene?

R. Un número enorme de microorganismos marinos utilizan fotorreceptores [proteínas sensibles a la luz] para captar energía solar. Ya hemos catalogado 3.000 genes diferentes de fotorreceptores especializados en captar luz de distintas longitudes de onda. Mi idea es crear una bacteria artificial que lleve una ristra de esos genes, de modo que pueda aprovechar un espectro muy amplio de la luz solar. Si conseguimos que esa bacteria convierta en hidrógeno un 10% de la energía solar, una superficie de 13.000 kilómetros cuadrados bastaría para alimentar todo el transporte de los Estados Unidos. Y sería una energía limpia. Las posibilidades están ahí, pero los gobiernos invierten muy poco dinero en este asunto. Hay grupos que pretenden utilizar bacterias naturales con ese fin, pero no creo que tenga sentido, porque su eficacia es muy baja. La tecnología genética es capaz de multiplicar el rendimiento de un proceso por 10.000 o 100.000 veces.

P. ¿Por qué quiere sintetizar un microbio desde cero?

R. La principal razón es entender de verdad los fundamentos de la vida, conocer con todo rigor qué hace cada gen, y cada combinación de genes, y qué funciones exactas son necesarias para que un sistema tenga vida autónoma. Pero además habrá aplicaciones prácticas. El taxol, por ejemplo, es un compuesto muy valioso contra el cáncer, pero es demasiado complicado para que los químicos puedan sintetizarlo. Los tejos, sin embargo, lo fabrican de manera natural. Podremos tomar los genes responsables del tejo e introducirlos en una bacteria.

Craig Venter, ayer en Madrid.
Craig Venter, ayer en Madrid.

Un innovador con prisas

Craig Venter era uno de los investigadores estrella del Proyecto Genoma público hasta que ideó una forma más rápida de hacer las cosas y decidió instalarse por su cuenta. Su idea se llamaba shotgun (escopeta), y consistía en romper un genoma al azar, secuenciar cada fragmento y recomponer el rompecabezas resultante con métodos matemáticos. Gracias a esta técnica rápida, su equipo fue el primero en describir el genoma de un organismo de vida libre (la bacteria Haemophilus influenzae ). Tras fundar la empresa Celera y sumar otros genomas a su catálogo durante la segunda mitad de los noventa, no dudó en desafiar al proyecto público internacional que estaba secuenciando el genoma humano con métodos más seguros y parsimoniosos. La carrera acabó en 2001 con una foto conjunta, pero sólo tras muchas tensiones y polémicas.

El científico abandonó Celera poco después y fundó el Instituto y la Fundación Craig Venter, que ahora preside. Cada milímetro cúbico de agua marina contiene un millón de bacterias y diez millones de virus, y Venter se ha concentrado estos años en secuenciar sus genomas por shotgun . La inmensa mayoría de esos organismos, que no crecen en los medios de cultivo habituales, estaban esperándole para ser descubiertos.

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