Un robo es un robo

Soy uno de los más de 700 profesores universitarios no catalanes que han dado su apoyo a la Comissió de la Dignitat en su campaña por la restitución a sus legítimos propietarios catalanes de los mal llamados papeles de Salamanca que la dictadura franquista se llevó a esa ciudad en 1939 con el único fin de perseguir a los no afectos al régimen. Como tal, celebro el acto de justicia histórica llevado a cabo por el Congreso de los Diputados, gracias a los votos de todas las formaciones políticas, menos el PP. Sin embargo, quiero expresar mi decepción ante la negativa por parte de la ministra de Cultura a hacer extensiva esa justicia a otras comunidades e individuos que sufrieron exactamente el mismo tipo de robo a mano armada cometido por los mismos agentes franquistas en una misma acción policial que había sido asesorada por la Gestapo.

Las argumentaciones que aduce la ministra para limitar la justicia tan sólo a Cataluña me parecen muy poco convincentes. Aparte de la injusticia de esa aplicación discriminatoria de la justicia, esa política tiene la desgracia de dar credibilidad a la acusación por parte del PP de que la devolución a Cataluña de sus papeles de Salamanca responde a presiones (ellos dicen chantaje) por parte de determinados partidos políticos catalanes.

Me parece innegable que un mismo crimen merece el mismo tratamiento que se cometiese en Cataluña, Valencia, Aragón, País Vasco, Andalucía, Extremadura o Madrid. De la misma manera que, en palabras de la ministra, "los papeles van de Salamanca (España) a Barcelona (España)", otros muchos papeles tendrían que ir de Salamanca (España) a varias ciudades más de España.