Tras Dresde, decisiones
La elección aplazada de un escaño por la circunscripción de Dresde no cambia -no podía hacerlo- la relación de fuerzas reflejada en los resultados de las elecciones alemanas de hace 15 días, en las que la candidatura de Angela Merkel obtuvo tres escaños más que la del canciller Schröder. Los resultados en la circunscripción volvieron a dar, como hace cuatro años, ventaja a los cristianodemócratas. Lo que se jugaba era la posibilidad de que un resultado muy mayoritario en favor de Schröder influyera en la decisión sobre quién presidiría la gran coalición entre ambos partidos que se configura como única alternativa a una repetición de las elecciones que nadie desea.
Merkel cuenta con el argumento a su favor de que ha cosechado casi medio millón de votos más que el aún canciller. Schröder argumentaba que si se descontaban los votos del CSU bávaro, federado con la CDU de Merkel, el suyo había sido el partido más votado; y que, de todas formas, tal como se había presentado la elección, la propuesta de reforma radical de Merkel había sido rechazada. Es un argumento muy relativo: en casi todas las elecciones europeas el ganador tiene menos votos que la suma de sus oponentes. En España, ni siquiera el Felipe González arrollador de 1982 alcanzó el 50% de los votos emitidos.
Lo que parece claro es que, independientemente del resultado de Dresde, Schröder ha querido imponer, como precio a su propia retirada, la renuncia de Merkel a encabezar la gran coalición. Parece lógico que la CDU rechazara lo que aparecía como intento de Schröder de imponer un veto a la candidata Merkel y condicionar así una decisión que en todo caso corresponde a la CDU. Es evidente que endurecidos los frentes como están son muchos los factores que habrán de decidir cómo termina este pulso. Pero no deja de ser un símbolo el hecho de que esta elección parcial retrasada, causada por la muerte de una candidata neonazi, se convierta en la enésima peculiaridad de un proceso electoral que ya comenzó con la muy discutida maniobra de Schröder de exigir la disolución del Parlamento por su "incapacidad de gobernar".
Dentro de dos semanas habrá de constituirse el Bundestag y desde luego sería bueno para los dos partidos en puja, para la clase política alemana, para toda Alemania y para Europa que pudiera confirmar sin mucha demora a un gobierno sólido y estable que es imprescindible para lograr poner fin a una crisis que ya dura demasiado. Las tareas urgentes pendientes en Alemania simplemente ya no permiten más retrasos por ambiciones personales.
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