"Atentados contra la dignidad"
Un informe de Médicos Sin Fronteras reproduce los testimonios de los inmigrantes subsaharianos agredidos por la policía
Durante la noche del 3 de enero de 2004, A.L.X., un camerunés de 28 años, intenta penetrar en Melilla saltando la valla. Es detenido por varios agentes de la Guardia Civil y maniatado con una brida de nailon. Los agentes presuntamente le propinan una paliza antes de abandonarlo en territorio marroquí en estado de semiinconsciencia. Permanece tres días a la intemperie, incapaz de moverse, sin beber ni comer, hasta que finalmente es encontrado por unos camaradas. A partir de aquel día sufre, a consecuencia de la fuerte presión del nailon, secuelas graves a nivel motor, vascular y neurológico en ambas manos.
La violencia es usual en las proximidades de Ceuta y Melilla, como cuentan los facultativos que atienden a los inmigrantes subsaharianos. Médicos Sin Fronteras (MSF), a raíz de la muerte de varios subsaharianos que intentaban penetrar en España saltando las vallas fronterizas, ha publicado un informe en el que advierte de que uno de cada cuatro inmigrantes que se han puesto en sus manos en los últimos dos años sufría dolencias producidas no por las condiciones de vida "precarias" que padecen, sino por las acciones de violencia, llevadas a cabo sobre todo por las fuerzas policiales marroquíes (un 44%), pero también por las españolas (un 18%).
A continuación se detallan algunos de los testimonios recogidos en el documento, elaborado por los doctores y técnicos de la organización en virtud de las declaraciones que les hacen los inmigrantes procedentes del África subsahariana. Los datos personales aparecen modificados para proteger la identidad de los afectados.
- K. H. D., 20 años, Costa de Marfil. Herido y abandonado en una redada. En el bosque ceutí de Bel Younech más de 600 efectivos de las fuerzas de seguridad marroquíes irrumpen en la madrugada del 9 de febrero de 2005 en un campamento donde viven inmigrantes subsaharianos. En plena redada, K.H.D. se esconde junto a otros inmigrantes en el bosque, pero es sorprendido por varios agentes acompañados con perros. Aterrorizado, intenta huir, pero cae contra una roca y se lesiona la rodilla. Ensangrentando y sin poder caminar es abandonado por los militares a su suerte. Cuatro días después, es atendido por Médicos Sin Fronteras.
La organización denuncia que la policía marroquí organiza hasta dos redadas diarias, varios días de la semana, acompañadas de operaciones "de acoso, persecución y hostigamiento" en las zonas en las que viven los inmigrantes, fundamentalmente en Nador, los bosques vecinos a Melilla y Ceuta.
- F. R. K., 20 años, ghanés. Sufre una doble amputación en un tren.
Viaja junto a otros compañeros desde Oujda a Rabat el 24 de agosto del año pasado. Cuando el tren ya se ha puesto en marcha, un agente intenta detenerles. Durante el forcejeo, F.R.K. es arrastrado bajo las ruedas del tren. Sufre una amputación de las dos piernas.
Médicos Sin Fronteras afirma que los inmigrantes se quejan de que existen consignas al personal de las estaciones de ferrocarril y autobuses para que dificulten sus movimientos. Se refieren, por ejemplo, a la entrega a la policía de los sospechosos.
- Y. K. M., camerunés. Tres días sin agua en una celda de siete metros.
. Detenido en una redada y acusado de lanzar piedras contra la policía, permanece tres días arrestado, sin agua y con apenas un trozo de pan cada mañana. Es condenado a ocho meses de prisión, sin abogado defensor. En este tiempo, comparte una celda de siete metros con otros detenidos y una sola manta.
La ONG advierte de que los inmigrantes detenidos en situación irregular en vez de ser conducidos a centros administrativos hasta ser devueltos a la frontera o expulsados, son hacinados en celdas de las comisarías.
- E. R. N., 29 años, camerunés. Enfermo y abandonado en la frontera marroco-argelina. Es detenido por la policía marroquí en una redada en Bel Younech y conducido a una comisaría, donde permanece un día sin comida ni bebida. A pesar de los esfuerzos de MSF para que pueda continuar con sus tratamientos contra el sida y la tuberculosis, es abandonado en la frontera con Argelia, donde sufre el ataque de unos bandidos.
El informe asegura que han sido reconducidas a la frontera mujeres embarazadas, menores y personas enfermas, a una "tierra de nadie", en la que los inmigrantes no disponen de agua, alimentos o cobijo y están expuestos a los robos de las bandas de criminales.
- A. B. K., 32 años, senegalés. Disparado en la valla fronteriza de Melilla.
A.B.K. intentó junto a dos compañeros saltar la valla melillense el 22 de febrero de 2004. Alegando legítima defensa, uno de los agentes marroquíes le dispara en el antebrazo. Uno de sus compañeros fue herido por arma de fuego en el hombro y el otro murió, al ser disparado en la cabeza.
Médicos Sin Fronteras han observado "un claro aumento" del número de traumatismos y fracturas derivadas de la acción de las fuerzas de seguridad de Marruecos sobre los que intentan penetrar en territorio español. Aunque también la Guardia Civil ejerce acciones violentas, como pone de manifiesto el primer ejemplo del reportaje.
- K. R. M., menor de edad, guineano. Violado por dos agentes. En las inmediaciones de Ceuta, intenta penetrar por la noche, el 26 de febrero de 2005, en España junto a dos compañeros. Una vez superada la primera valla que separa ambos países, son sorprendidos por dos guardias civiles, que les "invitan" a regresar a Marruecos. Los agentes disparan al aire, lo que atrae la atención de las fuerzas de seguridad del país vecino. Intentan huir, pero sólo uno lo logra. K.M.R. es conducido por dos agentes marroquíes hacia una cueva. Después de vendarle los ojos, es violado por los dos agentes durante más de 30 minutos. El caso de K.R.M. salió a la luz 11 días después, gracias al apoyo de una asociación local.
"Especialmente graves son los casos de violencia sexual detectados en las zonas fronterizas", concluye Médicos Sin Fronteras. La ONG denuncia que la aplicación de las políticas destinadas a regular los flujos migratorios en muchos casos representan "un atentado contra la salud, la vida y la dignidad del colectivo de inmigrantes subsaharianos, agravando la ya de por sí precaria situación humanitaria en la que se encuentra".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.