El bolsillo de los argentinos prefiere a Kirchner
El constante crecimiento registrado desde la crisis de 2001 favorece a los políticos próximos al presidente argentino, según las encuestas
Si votar con el bolsillo es una expresión que refleja una realidad en muchas democracias, economistas y profesores destacan que se trata casi de un dogma para los argentinos, que el 23 de octubre acudirán a las urnas para renovar el Congreso en unas elecciones que están planteadas, incluso desde el mismo Gobierno, casi como un plebiscito sobre la gestión de Néstor Kirchner. Un mandato marcado por la recuperación económica después de la debacle de 2001. Lo que discuten los expertos y se preguntan los votantes es si esta recuperación responde a una situación estable o es fruto del llamado efecto rebote.
Una gran parte del electorado argentino es consciente de que, entre 1975 y 2002, la economía del país ha vivido lo que algunos analistas locales califican como "época de las siete plagas". Prácticamente todos los escenarios extremos de la teoría económica se han vivido en las calles argentinas: hiperinflación, colapso económico, suspensión de pagos, retención de los ahorros privados, conversión monetaria de éstos a la fuerza y otras situaciones similares han provocado que el ciudadano medio argentino tenga un conocimiento de conceptos macroeconómicos que sorprendería en otras latitudes. En suma, una situación económica frágil y en declive que entró en erupción definitivamente en 2001 y arrastró en su camino a las instituciones.
El 40% de la población vive por debajo del umbral de pobreza y el 15% en la indigencia
Todavía queda pendiente una crucial negociación con el FMI
Pero en los últimos tres años, es decir, desde la debacle de 2001 y el tremendo 2002, cuando el Producto interior bruto (PIB) descendió en torno a un 20%, la economía argentina ha crecido a un ritmo del 9% anual -para este año está previsto un 7%-, la pobreza ha logrado ser reducida en 16 puntos y se ha podido renegociar la deuda exterior privada en una arriesgada maniobra política y de imagen para Argentina que finalmente ha sido aceptada por casi el 80% de los acreedores. Por primera vez desde hace 106 años pueden cumplirse cuatro ejercicios continuados de superávit fiscal y se ha logrado mantener la moneda nacional, el peso, en un valor bajo respecto al dólar para lograr exportaciones récord en la historia del país.
Además, la inversión privada representa el 21% del PIB, y eso que todavía no han entrado en escena los grandes capitales, todavía a la expectativa de si la bonanza económica es algo estable o sólo un pico más en la oscilante historia económica del país. "La recuperación es claramente real, más intensa incluso de lo que esperaban muchos analistas y tan real que puede que estemos asistiendo a un cambio de régimen económico", destaca Pablo Gerchunoff, profesor de Historia Económica de la Universidad Di Tella.
En la otra cara de la moneda, el fuerte crecimiento no ha venido acompañado de una distribución equitativa de la riqueza, el porcentaje de población que vive por debajo del umbral de pobreza todavía se sitúa en torno al 40% y el de indigentes en el 15%. La inflación para 2005 estará situada en el 11%, según ha reconocido el ministro de Economía, Roberto Lavagna -desde 2002 la inflación acumulada es del 60%-, y en general los indicadores económicos de producción todavía no han alcanzado niveles de los años noventa. Además, todavía queda pendiente una crucial negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI), al que Kirchner lanza advertencias un día sí y otro también cuando interviene en la campaña.
"La economía argentina genera un crecimiento progresivamente inestable y volátil", advierte un informe elaborado por expertos del Instituto de Economía Aplicada, que no obstante avalan la estrategia del Gobierno para incentivar la inversión extranjera mediante el uso de recursos fiscales.
"Algo realmente sorprendente ha sido la aceptación de la renegociación de la deuda exterior en suspensión de pagos. Es la primera vez que ha ocurrido algo así y todo el mundo se imaginaba una Argentina invadida por los marines. Siendo menos exagerados, se hablaba en serio de la posibilidad de sufrir un embargo comercial, y no sucedió nada de eso", subraya Rafael Ber, presidente de la consultora Argentine Research, quien asegura que el 80% del voto a Kirchner en las próximas legislativas será de carácter económico y un 10% motivado por la línea seguida por el Gobierno de Kirchner en cuanto a los derechos humanos -anulación de las leyes de Punto Final, reactivación de causas paralizadas o colaboración internacional para buscar a desaparecidos entre otras medidas-, con lo que no es de extrañar una victoria de los políticos próximos al presidente, tal y como marcan todas las encuestas. "El Gobierno ha conseguido apagar un incendio económico", opina Ber.
Mención aparte merece la política seguida por el Gobierno de Kirchner respecto a las empresas titulares de las privatizaciones de servicios públicos cuyas tarifas fueron congeladas por el presidente Eduardo Duhalde. La estrategia ha sido la misma que con respecto a la deuda exterior: firmeza en el planteamiento a la hora de renegociar, apelando al realismo de la situación por encima de la letra escrita de los contratos. Aunque los resultados son ambivalentes en el plano económico -muchas empresas de capital extranjero han renegociado, pero otras han acudido a los tribunales internacionales o se han marchado del país-, esta postura ha calado en un electorado que en su inmensa mayoría considera que las privatizaciones realizadas durante los noventa por el presidente Carlos Menem se hicieron en condiciones muy poco ventajosas para los intereses argentinos.
"La situación actual no es que sea fruto de una serie de acciones geniales por parte del Gobierno, también existe una coyuntura económica internacional favorable a los intereses de Argentina, pero la economía va a influir decisivamente en estas elecciones", asegura Gerchunoff, quien pone como ejemplo que los candidatos de la oposición, cuando tocan los temas económicos, no acusan al Gobierno de cometer errores, sino de perder oportunidades, "lo cual es un poco abstracto cuando se está creciendo al 9%".
El caso más claro de renuncia al discurso económico en la campaña tal vez lo protagonice Elisa Carrió, líder de Argentinos por una República de Iguales (ARI), formación a la que diversas encuestas otorgan la victoria en la capital federal argentina en los próximos comicios. "No hablemos de economía, hablemos de la República", apunta en sus intervenciones. Los otros candidatos, como Ricardo López Muprhy, de la centroderechista Propuesta Republicana (PR), inciden en la recuperación del empleo y, sobre todo, en el control de las protestas callejeras. La principal rival del kirchnerismo, Hilda Chiche Duhalde, del Partido Justicialista (PJ), propone rebajar impuestos a la industria agraria, mientras que la también peronista Cristina Fernández de Kirchner se centra más en alabar los logros de la Administración que preside su marido que en las nuevas propuestas.
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