España reafirma hoy su confianza en Rabat pese a la situación en Melilla
La inmigración y la huelga de hambre de presos saharauis marcan la cumbre
España y Marruecos siguen viviendo un "momento dulce", al menos para el presidente José Luis Rodríguez Zapatero, que hoy viaja a Sevilla decidido a insistir en que las relaciones de confianza y amistad restablecidas con el vecino del sur han sido muy positivas y constituyen la única vía para encauzar un "entramado extraordinariamente denso y complejo de intereses entrecruzados". Así se afirma en medios gubernamentales, pese a las dificultades, concentradas ahora en Melilla, que la inmigración ilegal seguirá planteando, y el peso de la huelga de hambre de presos saharauis sobre la cumbre que hoy celebran los dos países.
Todos los problemas recurrentes durante años y décadas, abordados desde hace 18 meses en un clima distendido, opuesto al del Gobierno de José María Aznar, se han erizado en vísperas de la primera Reunión de Alto Nivel (RAN) con Marruecos celebrada por este Gobierno.
Los saltos de subsaharianos en la valla melillense son la mayor expresión mediática de esta situación en España. Parece inevitable que dominen la cumbre y, sin embargo, el Gobierno insiste en que es un problema puntual que pasará en cuanto se termine de elevar la verja.
El ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, rechazó ayer en las Cortes la demanda del PP de que el Ejecutivo exija a Rabat una posición más activa frente a este problema con el argumento de que la cooperación con Marruecos ya es "excelente" y que el Gobierno está "satisfecho" de la actuación marroquí en Melilla.
El factor irritante más constante de estas relaciones es, sin embargo, el problema histórico del Sáhara. Cualquier desenlace fatal entre los 37 presos saharauis en huelga de hambre en Marruecos desde hace más de 40 días, al límite de las posibilidades de supervivencia, caería como un mazazo que haría imposible mantener el tono actual.
Y el Gobierno lo sabe. Ha insistido a Rabat para que se comporte humana y justamente con los huelguistas, pero las autoridades marroquíes se limitan a desmentir la huelga como mera propaganda del Frente Polisario.
El salto táctico hacia las movilizaciones callejeras de los independentistas saharauis ha encontrado un fuerte eco en el debate político español y ha hecho crecer en el Parlamento, con cada delegación rechazada en El Aaiún, las críticas al modelo de amistad hispano-marroquí practicado por el Gobierno.
Cuando hasta Aznar se dice dispuesto a visitar los campamentos polisarios en Tinduf, no es difícil encontrar diputados socialistas de postín que opinan que ha llegado el momento de revisar una política que se ha basado, entre otras cosas, en la creencia de que Argelia y Marruecos aproximarían posiciones, cosa que no ha ocurrido.
La negativa del Ejecutivo a que los presidentes de Ceuta y Melilla asistan a la cumbre, como lo harán los de Andalucía y Canarias, porque Rabat rechaza la presencia de las dos ciudades cuya soberanía reivindica, no contribuirá a mejorar el ambiente.
El Gobierno sabe también esto, y por ello se esfuerza en destacar los logros del último año y medio. En lo que se refiere al tráfico de pateras, los resultados de la cooperación son espectaculares. Bajó un 55% hacia Canarias y un 24% hacia Andalucía, con una reducción media del 37%. El problema, razona el Ejecutivo, es que el bloqueo de esa vía está generando otras formas de inmigración ilegal. Al Gobierno le preocupan sobre todo la llegada de menores no acompañados, que han pasado de 1.071 individuos en 2004 a 1.347, sólo en el primer semestre de 2005.
También frente al terrorismo hay, según el Ejecutivo, una cooperación "regular y fluida", que atraviesa los circuitos de la inmigración y se extiende tanto a la policía como a los jueces, señalan las fuentes gubernamentales.
El presidente del Gobierno, el primer ministro marroquí, Driss Jettu, la vicepresidenta primera María Teresa Fernández de la Vega, ocho ministros por cada parte -los de Exteriores, Interior, Justicia, Industria, Trabajo, Fomento, Cultura y Educación- y el secretario de Estado de Economía, David Vegara, estarán hoy en Sevilla para debatir estos temas.
No se espera, sin embargo, ningún resultado concreto. "Son problemas que no se resuelven en horas, días, meses ni años; y por otra parte, tampoco se pueden anunciar acuerdos todos los días cuando los contactos entre dos países son continuos", explican las fuentes oficiales, que subrayan: "Lo primero para un Gobierno, es establecer buenas relaciones con sus vecinos. Los problemas permanecen, pero, cuando hay buenas relaciones, los conflictos se amortiguan".
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