_
_
_
_
_

Cherie no tiene intención de mudarse de Downing Street

A Tony Blair aún le queda mucho camino por recorrer como primer ministro de Reino Unido. Lo dejó claro ayer en Brighton al esbozar un programa de gobierno para sucesivos años. Incluso su esposa, la abogada Cherie Booth, sugirió que no contempla mudarse de Downing Street, al menos, de momento: "Cariño", le dijo a un periodista de la BBC, "eso está muy lejos, en el futuro. Me parece tan remoto que ni tan siquiera he pensado en ello". Pero también el responsable británico de Hacienda, Gordon Brown, dio brillo a sus credenciales como aspirante a primer ministro.

¿Son gestos de una nueva guerra inminente entre los inquilinos del 10 y el 11 de Downing Street? ¿Compartirán quizá las riendas del Ejecutivo británico mientras se mantenga la incertidumbre sobre la fecha de la anunciada salida de Blair del Gobierno? Lo único seguro, de momento, es la intención del primer ministro de no presentarse como líder a las próximas elecciones.

"El primer ministro ha demostrado que todavía tiene mucha gasolina en el depósito. Ha hablado con pasión y mucha determinación de una serie de propuestas políticas que le tendrán ocupado durante el mandato completo. El cargo de primer ministro no se comparte y él ha dicho al electorado británico que gobernará la totalidad de su tercer mandato. Tenemos un único líder, un primer ministro con una agenda progresista", defendió Alan Milburn, ex ministro de Blair y coordinador de la última campaña laborista al término del discurso estelar de la jornada de ayer.

"Hambrientos de poder"

"La recepción ha sido fantástica. El partido ha cambiado. Ahora estamos hambrientos de poder y queremos más y más victorias", añadió. "No parecía un líder diciendo adiós, sino un primer ministro con muchas batallas por luchar. Quiere irse cuando él se sienta preparado. Es su decisión y es algo que le debemos como partido", coincidió el secretario Estado de Justicia, Mike O'Brien. "Yo le pediría que se quedara justo hasta el final del presente mandato de gobierno", comentó, por su parte, el ministro del Interior, Charles Clarke, a la emisora BBC.

En el bando opuesto, Jeremy Corbyn buscaba ayer lo imposible: la dimisión de Blair al término de la presidencia del G-8, es decir, el próximo mes de enero. "Cuanto antes mejor. Sus posturas son decepcionantes: junto a Bush, en defensa del capitalismo global y sin ninguna concesión o comprensión de sus fallidas políticas en Irak". Otro izquierdista y crítico de la guerra de Irak, el diputado Bob Marshall-Andrews, advirtió de que el Partido Laborista no podrá aguantar un nuevo congreso, el año próximo, con la incertidumbre sobre el calendario del cambio de poderes entre Blair y su aparente heredero, Brown. El rebelde político comparó la presente situación con un "juego de los siete velos" que, criticó, está dañando al partido, al proyecto laborista y al país.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_