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Columna
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Más moscas

Hay muchas moscas. Proliferan en Camas. Y se están extendiendo por todo el Aljaraje sevillano. Existen 100.000 especies de moscas, pero es más que probable que estemos hablando de las mismas que ya invadieron el litoral. El territorio se está llenando de moscas que se alimentan del néctar que fluye de las colmenas de cemento. Se sienten atraídas por un insoportable olor a rancio. Olor que acompañada habitualmente a los primeros síntomas de la descomposición. Hay varias fases, y en Marbella se está llegando a la última. La plaga de moscas vuela desde la playa al interior. Es la primera fase de un ecosistema único al que va asociado una serie de organismos necrófagos, necrófilos y oportunistas que se van sucediendo en el tiempo, según el estado de descomposición que llega a alcanzar el cadáver. En Marbella aparecieron las primeras moscas, y tras crearse el caldo de cultivo necesario, se fueron sucediendo durante mucho tiempo las distintas fases de la putrefacción sin que casi nadie hiciera algo para impedirlo. Ahora hay que estar atentos, porque los movimientos de tierra que propician los Planes de Ordenación Urbanística están haciendo aflorar muchas larvas en el suelo. Se meten entre los documentos, viajan dentro de los sobres, entran por las ventanas de los pisos en construcción y llegan a instalarse como moscas por su casa en algunos despachos oficiales, bancos y notarías.

Desde el punto de vista de la entomología forense hay una fase final. A lo peor está ocurriendo ya en Marbella: la del canibalismo. Las últimas larvas del cadáver se comen entre sí o son devoradas por insectos predadores. Escasea ya el alimento y no hay Camas para tanta gente. Por eso se rompen los acuerdos entre especies vecinas y terminan peleándose por los mismos intereses. Entonces aparecen las Mantis Religiosas, un artrópodo predador que emerge para comerse las moscas y que, cuando menos te lo esperas, termina engullendo a los de su misma especie tras largas sesiones de apareamiento.

La entomología forense es utilizada por la medicina legal para averiguar cuando comenzó el proceso de descomposición. Por eso la usan los investigadores para casos de difícil resolución. Sin embargo en Camas ni siquiera habría hecho falta echar mano de la ciencia, ya que pronto empezaron a verse las primeras moscas. Ocurrió cuando un dirigente de Izquierda Unida, siendo secretario regional de organización, negociaba por la mañana con el PSOE para apoyarse mutuamente y evitar gobiernos del PP, mientras que por la tarde se reunía con ediles populares para cerrar un pacto de gobierno y colocarse él mismo de alcalde. Por aquella etapa al responsable andaluz de IU, Diego Valderas, el asunto le cogió pillando moscas. Y tampoco se vieron síntomas de mosqueo en los dirigentes del resto de los partidos. Se equivocaron al cerrar la boca. Lo hicieron en Marbella y lo volvieron a hacer en Camas. Y hay otros muchos ejemplos de municipios donde siguen sin querer destapar el bote del insecticida. Y es que a pesar de lo que estaba ocurriendo, los dirigentes de los partidos seguían convencidos que en boca cerrada no entran. Estos días todos la abren. Seguramente para poder escupir la mosca que se les coló hasta el gaznate y que ahora se les atraganta.

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