_
_
_
_
_

Irán amenaza a la ONU con impedir las visitas de los inspectores nucleares

El Ejecutivo de Teherán califica de "ilegal e inaceptable" la resolución del OIEA

Ángeles Espinosa

"No tenemos ningún compromiso de seguir aplicando el protocolo adicional [del Tratado de No Proliferación Nuclear]", dijo ayer el ministro iraní de Exteriores, Manuchehr Mottaki. La amenaza de suspender las visitas sorpresa de los inspectores del Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA) revelaba el deseo de seguir negociando con Occidente y la seguridad de contar con el respaldo generalizado de la población iraní al programa nuclear.

Para los iraníes, la oposición de la comunidad internacional al desarrollo de sus planes atómicos hiere su orgullo nacional.

Después de un largo tira y afloja, la Junta de Gobernadores del OIEA advirtió el sábado a Irán de su remisión al Consejo de Seguridad de la ONU si no suspende el enriquecimiento de uranio y reanuda las conversaciones con la troika europea (Reino Unido, Francia, Alemania y la UE), interrumpidas este verano. El OIEA quiere que Teherán ratifique el citado protocolo adicional al Tratado de No Proliferación (TNP), que ya aplica de forma voluntaria desde hace un año y que permite visitas sorpresa de los inspectores del OIEA a sus instalaciones nucleares.

"Es una resolución ilegal, inaceptable y motivada ideológicamente", afirmó Mottaki, quien, no obstante, reiteró que "Irán mantiene su compromiso con el TNP y seguirá cooperando con el OIEA". Teherán responderá oficialmente a ese organismo en unos días, una vez que revise los datos con el equipo negociador desplazado a Viena. Ahora bien, el jefe de la diplomacia iraní dejó claro que su país "no va a ceder a las presiones internacionales para que abandone sus actividades nucleares pacíficas", ni va a aceptar "ninguna exigencia más allá del TNP y su cláusula de salvaguarda".

El TNP, del que Irán es signatario, no prohíbe enriquecer combustible nuclear, sólo fabricar armas nucleares. Hasta el momento, las inspecciones del OIEA no han podido demostrar que Irán haya violado el TNP. Sin embargo, el descubrimiento hace tres años de un programa clandestino hizo sonar las alarmas. Estados Unidos y la Unión Europea quieren que Irán renuncie totalmente a su programa de enriquecimiento de uranio.

"Es un insulto", manifestó ayer a EL PAÍS un colaborador del nuevo presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad. "Nos proponen que renunciemos a nuestro derecho; no vamos a hacerlo", insistió la fuente, para quien es incomprensible que la comunidad internacional pretenda que Irán confíe en el abastecimiento externo de combustible nuclear. "Mire lo que le pasó a India, y a nosotros con los acuerdos firmados en tiempos del sha, ¿cómo podemos estar seguros de que ahora va a ser distinto?", aducía en referencia al respaldo que antes de la Revolución Islámica de 1979 tuvo su proyecto atómico.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Desconfianza

Ahora, la desconfianza es mutua. A pesar de sus repetidas negativas, Irán no logra borrar las sospechas de que su programa de energía nuclear encubre otro militar para el que la fabricación de combustible resulta necesaria. Un reciente análisis de la Fundación Carnegie asegura que los datos recogidos por el OIEA "sugieren la intención de por lo menos adquirir la capacidad para manufacturar explosivos nucleares".

"La fatua del ayatolá Jamenei impide que el Gobierno o el Parlamento destinen fondos para construir armas nucleares", responde el colaborador de Ahmadineyad. Pero no son argumentos religiosos, sino nacionalistas, los que sustentan el apoyo de la mayoría de la población al empeño atómico. Por encima de diferencias ideológicas, los iraníes asocian la tecnología nuclear con la modernidad y ven los esfuerzos por evitar que su país acceda a ella como una discriminación colonialista. "¿No tienen también armas nucleares India, Pakistán e Israel?", suele ser la respuesta habitual cuando se hace notar la fina línea que separa ambos procesos.

Petróleo y sanciones

La UE confiaba hasta principios de verano en que sus incentivos económicos serían suficientes para que Irán hiciera permanente la suspensión voluntaria del proceso de enriquecimiento de uranio alcanzada hace un año. "Irán necesita inversiones extranjeras para aliviar su elevado índice de desempleo", era el argumento que esgrimían fuentes europeas en Teherán. Sin embargo, el cambio de Gobierno y los altos precios del petróleo han cambiado la ecuación. "Eso era posible con Jatamí, pero no con Ahmadineyad", dice un diplomático reformista. "Este Gobierno ya no tiene la deuda externa de 40.000 millones de dólares que heredó Jatamí y las eventuales sanciones, si llegan a adoptarse, harían tanto o más daño a Europa que a Irán", añade.

Un tercio de las importaciones iraníes proceden de Europa, sobre todo de Alemania, Francia e Italia. De ahí que los analistas iraníes interpreten que difícilmente esos países pueden estar interesados en unas sanciones que, además de acercar el precio del barril de petróleo a los 100 dólares, les privarían de unos ingresos globales de 10.000 millones de dólares (datos de 2004).

"La UE ha probado su ineficacia; no puede actuar de forma independiente", concluye el interlocutor convencido de que para Irán sólo tiene sentido negociar directamente con EE UU.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_