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El diablo está en los detalles

El diablo está en los detalles y los gestos son un elemento capital en la sofisticada política que rodea al largo y complejo conflicto de Irlanda del Norte. El Gobierno británico ordenó desmantelar varias torretas de vigilancia en la zona fronteriza con la República de Irlanda -uno de los bastiones tradicionales del IRA- cuando los terroristas de esta organización llevaron a cabo su primer acto de desarme, en 2001. En julio, tras el anuncio del IRA de que abandonaba la lucha armada, Londres respondió de inmediato con el mismo gesto: el desmantelamiento de las instalaciones militares en el Ulster.

Esta vez, los políticos protestantes se echaron de inmediato encima del Gobierno británico, acusándole de realizar concesiones a los republicanos antes incluso de que éstos cumplan con sus compromisos. Pero el ministro británico para Irlanda del Norte, Peter Hain, les ha respondido en una entrevista publicada ayer por el diario The Sunday Times que las torretas de vigilancia en la frontera con Irlanda ya no tenían utilidad alguna, ni para el Ejército británico ni para la policía. Es decir, no eran más que mera moneda de cambio para recompensar políticamente a los republicanos cada vez que daban un paso hacia la paz. Sólo un gesto.

El ministro ha explicado que el desmantelamiento de las torretas, lejos de suponer un riesgo para la seguridad de los ciudadanos, supone un ahorro para sus bolsillos porque el mantenimiento de esas instalaciones costaba un dineral. Cada torre exige la presencia permanente de nueve soldados. Por no hablar de la logística: algunas de las torres están situadas en lo alto de colinas y sólo se puede acceder a ellas en helicóptero.

Los reproches de los unionistas probablemente se recrudezcan hoy. En cuanto los inspectores independientes certifiquen el desarme total del IRA, Londres hará público un nuevo paquete de medidas políticas para fortalecer el proceso de paz entre las que se incluirá el camino a seguir para transferir en su día al Gobierno autónomo ciertas competencias sobre justicia históricamente demandadas por el Sinn Fein, el brazo político de la organización armada. En mayo, poco antes de las elecciones británicas y en un momento de gran debilidad, su líder, Gerry Adams, pidió al IRA el cese de la lucha armada.

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