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El nuevo ministro de Economía de Italia expulsa al gobernador del banco central de la asamblea

El conflicto entre el Gobierno italiano y el gobernador del Banco de Italia no conoce treguas ni fronteras. El recién nombrado ministro de Economía, Giulio Tremonti, logró expulsar ayer al gobernador, Antonio Fazio, de la asamblea del Fondo Monetario Internacional (FMI) que se celebraba en Washington. Tremonti impidió que Fazio hablara ante el Comité de Desarrollo del Banco Mundial y éste, furioso, regresó a Roma en su avión privado.

Pese a las presiones del Gobierno, de la oposición, de la patronal y de la prensa económica, Fazio siguió sin insinuar siquiera la posibilidad de dimitir. Uno de los miembros de su círculo de poder, el senador democristiano Ivo Tarolli, aseguró que el gobernador había abandonado precipitadamente Washington "por una ligera indisposición física".

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Fazio cavó durante años su propia tumba institucional atribuyéndose un poder ilimitado, gracias a la condición vitalicia de su cargo y a sus conexiones personales; rebasó sus atribuciones para alcanzar el objetivo (hasta hoy fallido) de establecer una "gran banca del norte"; se alió con personajes condenados o en proceso por irregularidades bancarias, y, finalmente, obró con diáfana parcialidad a favor de los bancos italianos frente a las OPA extranjeras del BBVA español y el ABN Amro holandés. Su situación resulta delicadísima desde que el jueves Silvio Berlusconi afirmó que Fazio era "incompatible con la credibilidad nacional".

Fazio asegura haber obrado siempre "dentro de la ley" y considera su gestión "irreprochable". Tiene aún aliados poderosos, como la Conferencia Episcopal y un círculo de políticos y funcionarios bien situados. Pero desde que Domenico Siniscalco dejó el Ministerio de Economía, el pasado jueves, exasperado por la resistencia numantina de Fazio y por la imposibilidad de elaborar un presupuesto dentro de una coalición en desbandada, Fazio tiene que verse de nuevo las caras con Tremonti. El gobernador logró el cese de Tremonti como ministro de Economía en julio de 2004. Tremonti, ahora, vuelve con ánimos de venganza.

En cuanto llegó a Washington para la asamblea del FMI, Tremonti dejó claro que iba a acosar a Fazio por todas las vías posibles. Una de ellas consistió en imitar la voz ronca y el acento ciocciaro del gobernador en su primer encuentro con los periodistas. Tras la mofa, hizo uso del reglamento y recordó al Banco Mundial que era él, como ministro, quien decidía quién debía intervenir en las asambleas en nombre de Italia. Pese a que la representación correspondía tradicionalmente al gobernador del banco central, Tremonti la asignó a un funcionario ministerial.

[La situación económica italiana fue descrita ayer por el jefe de misión del FMI en Italia, Alessandro Leipold: "Italia acumula un retraso del 5,4% en su crecimiento respecto a la media europea desde 1999", informa desde Washington Ernesto Ekaizer].

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