Rita inunda otra vez Nueva Orleans
La gobernadora del Estado de Luisiana ordena la salida de 500.000 habitantes del litoral
Los peores augurios se cumplieron ayer en Nueva Orleans. Sin haberse recuperado aún de los devastadores efectos del Katrina, los primeros zarpazos del huracán Rita provocaron el desbordamiento de al menos tres de sus principales canales y sus calles se inundaron de nuevo. Aunque los expertos habían advertido de que la ciudad afrontaba la llegada de la nueva tormenta con sus defensas muy debilitadas, no esperaban que los diques cedieran desde el primer momento. La cercanía del Rita ha paralizado las operaciones para el rescate de cuerpos aún atrapados en las viviendas desde el paso del Katrina, que causó más de mil muertos, 840 de ellos sólo en Nueva Orleans, según las cifras oficiales aún no definitivas.
Un portavoz del Cuerpo de Ingenieros del Ejército, responsable de la reparación de los diques dañados por el huracán Katrina, declaró que el Canal Industrial se había desbordado por la abundante lluvia que acompaña al Rita y por la rápida subida del nivel de las aguas del golfo de México y del lago Pontchartrain.
La peor parte se la llevó el Ninth Ward (Distrito Noveno), uno de los barrios más pobres de la ciudad y también uno de los más castigados por el Katrina. Decenas de manzanas residenciales quedaron inundadas, mientras una cascada de 10 metros de ancho arrojaba agua por encima de un dique provisional que tapaba las brechas abiertas por el Katrina en el Canal Industrial. El agua alcanzaba un metro de altura en la calle que discurre paralela a la vía acuática y seguía subiendo de nivel.
El Distrito Noveno de Nueva Orleans, de población mayoritariamente negra, llevaba seco tan sólo unos días, y todos sus vecinos se encuentran refugiados fuera de la ciudad. El desbordamiento pone en duda la eficacia del trabajo del Cuerpo de Ingenieros del Ejército, que había reforzado con planchas de acero y sacos de arena los diques del Canal Industrial dañados por el Katrina para evitar nuevas inundaciones.
A medida que el Rita se acercaba a la costa, la marea también subía rápidamente en la zona de St. Bernard, arrasada también por el Katrina. "Vamos a tener mucha agua", declaró el jefe de policía, Jack Stevens, que ordenó a sus agentes rastrear la zona en busca de vecinos. "En cuestión de 10 o 15 minutos, la única manera de salir de aquí va a ser en barco", dijo.
Nueva Orleans estaba prácticamente vacía, a excepción de unos cuantos vecinos que se negaban a marcharse, miembros de los servicios de rescate, agentes de policía y militares. Soldados de la Guardia Nacional bloqueaban los principales accesos a la ciudad y no dejaban pasar a nadie. El nuevo huracán no sólo ha retrasado la reconstrucción de la ciudad, sino que ha asestado un duro golpe moral a sus habitantes y a sus autoridades. "Hasta que supimos de la existencia del Rita todo el mundo estaba muy animado", dijo el alcalde, Ray Nagin. "Ahora que está aquí, las cosas se han puesto muy difíciles". Un cartel colocado en el cristal delantero de un coche de la policía reflejaba el estado de ánimo reinante en la ciudad: "¡Ya está bien!", rezaba.
Cientos de miles de personas tuvieron que abandonar ayer sus casas y refugios en el Estado de Luisiana para escapar del nuevo huracán. "Salgan de inmediato y diríjanse hacia el norte", ordenó la gobernadora, Kathleen Blanco, en un dramático llamamiento dirigido al medio millón de residentes en el litoral a través e la radio y la televisión.
Las carreteras del sur de Luisiana eran un ir y venir constante de conductores. No quedaba una habitación de hotel libre en todo el Estado, y era preciso conducir hasta Tennessee y Arkansas para encontrar un sitio donde dormir. Como en Tejas, los atascos eran kilométricos, había largas colas en las gasolineras y mucha gente pasó la noche en los coches. Baton Rouge, la ciudad que más desplazados por el Katrina acoge, ha duplicado su población de 400.000 habitantes. Una lluvia intensa y un viento amenazador anunciaban anoche la llegada del huracán.
La gobernadora Blanco no estaba dispuesta a que se repitieran los errores cometidos ante la llegada del Katrina, cuando muchos ciudadanos desoyeron las llamadas a la evacuación. A la pregunta de qué diría a quienes se negasen de nuevo a evacuar, Blanco respondió: "Si hay gente que insiste en no marcharse, deberían escribir en el brazo su número de la Seguridad Social con tinta indeleble" para facilitar el reconocimiento de sus cadáveres.
Cientos de autobuses evacuaron a las personas sin medios de transporte propio de las ciudades de Lake Charles y Lafayette, en el oeste del Estado, la zona más vulnerable al Rita. En Lafayette, capital de la Luisiana francófona, un millar de víctimas del Katrina refugiadas en el Cajundome fueron trasladadas a Shreveport, en el norte del Estado. Muchos se resistieron a ser evacuados por segunda vez. Los enfermos más graves fueron trasladados a hospitales de otras zonas de Luisiana y de otros Estados. Janell LeDoux y su marido tardaron seis horas en recorrer los cien kilómetros que separan Lake Charles de Lafayette. "Espero que quede algo de nuestra casa", declaró LeDoux a la agencia Associated Press.
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