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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Fundación mítica de Sant Carles

Emili Rosales ha querido rendir un homenaje a su ciudad natal, Sant Carles de la Ràpita, en la desembocadura del Ebro, y para ello ha montado un ingenio compuesto por dos historias alternadas, una situada en la actualidad, con referencias al suspendido y polémico Plan Hidrológico incluidas, y otra en el siglo XVIII, época de la fundación de la ciudad, una ciudad soñada contrapuesta a la real, plasmación de una utopía filosófica. Los apellidos de los protagonistas, Rosell y Roselli, casi coinciden y, muy apropiadamente, son similares al del propio autor. El primero es un sancarlense que se ha instalado en Barcelona como próspero galerista de arte. Su historia consiste en una progresiva revelación de aspectos de su personalidad que tenía olvidados. A esta empresa de desvelamiento contribuye la lectura de un manuscrito antiguo, la segunda narración, protagonizada por Andrea Roselli, un italiano de Arezzo que acompaña al pintor Giambattista Tiepolo a la corte de Carlos III en Madrid y se convierte en el conductor de la construcción de la ciudad ideal proyectada por el monarca ilustrado a imagen y semejanza de San Petersburgo.

LA CIUDAD INVISIBLE

Emili Rosales

Traducción de Rosa

María Prats

Seix Barral. Barcelona, 2005

288 páginas. 17,50 euros

Como se puede ver, la nove

la responde a esquemas abundantemente recorridos en los últimos años. No es original ni tiene gran profundidad pero está escrita de manera convincente, hay un uso equilibrado de los recursos literarios y los dos narradores dosifican adecuadamente la información para que siempre queden enigmas por resolver. La narración histórica, el memorial que escribe el arquitecto, dominada por el acento culturalista y por una historia de amor imposible, creo que es en conjunto lo mejor de la obra y la parte en que el autor ha puesto mayor empeño. Se perfilan con bastante propiedad figuras históricas como la del ilustrado Antoni de Campmany, la zarina Catalina o el mismo rey Carlos, se discursea con agudeza sobre la obra pictórica de Tiepolo, el cual acaba siendo un verdadero personaje literario, y se muestran las intrigas de la Corte y los sueños constructivistas de los ilustrados. Contiene una pequeña enseñanza sobre los asuntos humanos digna de consideración: los grandes proyectos pensados y programados con detalle por reyes y políticos, artistas e ingenieros, pueden iniciar su declive por la intrusión inesperada de algo banal, los celos de alguien, por ejemplo. A cambio, hay actos voluntarios, insignificantes, de gentes anónimas que los programadores no pueden calcular pero producen resultados. Así, la ciudad, Sant Carles, surge, permanece y dura. Aunque evoquemos para la galería la fantástica historia de su fundación.

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