El profeta del islam sin prejuicios

La figura de Muhammad, popularmente conocido entre nosotros como Mahoma, ha sido una de las grandes personalidades de la historia que desde la Edad Media ha atraído la atención de las gentes y eruditos del mundo que hoy llamamos occidental. Es cierto que muchas veces para achacarle vicios y comportamientos que desautoricen su condición de profeta de la última revelación monoteísta, o para explicar de manera esencialista acontecimientos posteriores de la historia del mundo musulmán; pero muchas otras también para dar a conocer de la manera más científica y objetiva posible la realidad de "uno de los seres humanos más excepcionales de la historia", tal y como lo define Karen Armstrong. Rastreando y consultando las fuentes más antiguas y fidedignas, se han escrito desde hace décadas notables trabajos en los que se reconstruye la vida de Mahoma, entrelazando tanto su perfil humano como su papel de transmisor del Corán, así como aproximaciones sociológicas hacia quien también sentó los cimientos de una nueva forma de vida social (urbana y citadina), económica (basada en el comercio) y política (que acabó constituyendo un gran conjunto sociopolítico de tipo imperial). Son ya referencias ineludibles obras como la de Martin Lings, Muhammad. Su vida basada en las fuentes más antiguas, la de M. Gaudefroy-Demombynes, la del arabista español Juan Vernet, la de Tor Andrae, todas ellas tituladas Mahoma, y la de W. Montgomery Watt, Mahoma, profeta y hombre de Estado, la más sociológica y política.

La edición que en español se acaba de publicar de la obra de la especialista en el estudio de las religiones monoteístas, Karen Amstrong, Mahoma. Biografía del profeta, aporta elementos innovadores de gran actualidad que proceden del origen que motiva en la autora la elaboración de este libro. Como ella misma explica en el prólogo a la edición de 2001, lo escribió en pleno caso Rushdie: "Durante algún tiempo me habían preocupado los prejuicios contra el islam que solía encontrar incluso en los círculos más liberales y tolerantes (...) Cuando el ayatolá Jomeini emitió su infame fatua contra Rushdie y sus editores, estos prejuicios occidentales se hicieron incluso más ostensibles (...) y a nadie pareció importarle la sensibilidad herida de los musulmanes que se sintieron ofendidos por el retrato que hizo Rushdie de su querido profeta en Los versos satánicos". Es por ello, dice la autora, que "escribí la presente obra porque me parecía lamentable que la descripción que hizo Rushdie de Mahoma fuera la única que probablemente leyera la mayoría de los occidentales". Los atentados terroristas del 11-S confirman a la autora en su vocación de corregir los prejuicios y enajenaciones imperantes contra el islam: "Durante los debates que siguieron a la tragedia, los críticos del islam solían citar, a menudo fuera de contexto, los pasajes más feroces del Corán, argumentando que dichos pasajes podían inspirar y refrendar el extremismo con suma facilidad. Con excesiva frecuencia pasaron por alto el hecho de que tanto las Escrituras judías como las cristianas pueden ser igualmente belicosas".

Así, Karen Armstrong afronta

su obra, ayudada por su profundo conocimiento de las Escrituras judías y cristianas, con el afán de mostrar que mucho de lo que se presenta como "excepcionalmente negativo" en el islam existe en las otras religiones monoteístas y que en absoluto debe alimentar en el caso de los musulmanes interpretaciones esencialistas y deterministas que eludimos cuando se trata del mundo judío o cristiano. Todo ello le lleva también a indagar sobre las causas y el desarrollo de la imagen de un Mahoma impostor, mendaz y lujurioso que durante la Edad Media se construyó con celo y que las versiones más racionalistas de la Ilustración no acabaron de corregir para dejarnos un legado en el que se realimentan las visiones negativas del islam. El amplio capítulo que dedica a Mahoma, el enemigo es una de las más interesantes aportaciones de esta obra. Asimismo, si bien se remite a las fuentes históricas existentes sin alejarse en lo fundamental de las obras precedentes sobre la vida de Mahoma, añade un interés continuo por descodificar racionalmente para el lector no avezado la comprensión de los hechos que ocurrieron en el siglo VII en una sociedad arábiga de tipo tribal confrontada a un enorme cambio social e histórico. Es decir, conocedora de los mecanismos mentales occidentales en los que reposan los prejuicios contra el islam, los desmonta usando la lógica racional y recordando continuamente la diversidad de las experiencias históricas.