Los dividendos de Gaza
La comunidad internacional, y en especial el mundo islámico, parece haber decidido que la botella está, al menos, medio llena. Pese a las repetidas declaraciones del primer ministro israelí, Ariel Sharon, de que la retirada de la franja de Gaza permitirá instalarse con mayor solidez en Cisjordania, y a pesar de la incesante colonización de los territorios ocupados, Israel está cobrando bonitos dividendos por el abandono de sus 21 colonias de pobladores a orillas del Mediterráneo.
Sharon ha cosechado un indudable éxito en ese mismo foro de Naciones Unidas en el que tanto se ha criticado a Israel y que con tan poco afecto se recuerda en la nación sionista. El líder israelí, que se dirigió a la asamblea general la semana pasada en el estilo directo que le caracteriza, para exhortar al mundo islámico a dar fin a un boicot diplomático que, dijo, no lleva a parte alguna, parece haber sido escuchado. Sharon estrechó el miércoles la mano del también ex general Pervez Musharraf, presidente de Pakistán, tras Indonesia el segundo país islámico más poblado del mundo, y el mandatario musulmán se dirigió el sábado en Nueva York al Congreso Judío Americano para pedir a Israel que reconociera un Estado palestino, para acabar así con un extrañamiento entre los dos países que calificó de aberración.
También se han registrado en las últimas semanas contactos diplomáticos entre Jerusalén y Yakarta, y se han entrevistado los ministros de Exteriores de Israel y Qatar, en ambos casos en un clima muy positivo. Sólo Egipto, Jordania y Mauritania tienen relaciones plenas con Israel, pero los contactos a bajo nivel menudean entre Marruecos y algunas monarquías del Golfo con el Estado sionista. La propia Autoridad Palestina dice abundar en buenas expectativas de negociación. Y todo ello se debe a la rendija de esperanza abierta en Gaza.
Sería formidable que el Israel de Sharon se lanzara, por ello, a una necesaria explotación del éxito, para confirmar que, efectivamente, la botella está medio llena, y hay que seguir llenándola. Eso equivaldría a la convocatoria inmediata de negociaciones, siempre que no hubiera un recrudecimiento del terrorismo palestino, pero sin exigir tampoco la destrucción física de Hamás, como Sharon viene pidiendo. Así, habría dividendos de Gaza también para el pueblo palestino.
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