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Federica Marangoni se hace eco del grito contra la intolerancia

El Círculo de Bellas Artes de Madrid exhibe una antológica de la artista veneciana

Juan Cruz

Es una artista comprometida. Sus materiales son el vidrio, tan veneciano como ella, y la luz. A principios de los años noventa expuso por primera vez en la sede madrileña del Instituto Italiano de Cultura. Y después sus obras, fuentes o jaulas de luz, entre otras, se han dado a conocer en Barcelona, Sevilla, Valencia o Tenerife. Anoche, Federica Marangoni abrió en el Círculo de Bellas Artes de Madrid (hasta el 6 de noviembre) su muestra contra la intolerancia.

"Lo que se oye son gritos, y lo que esta exposición persigue es mostrar la desesperación de la humanidad a través de la descripción de los horrores que sufre. Y que no tendrán fin". Su muestra se titula Tolerance-in-tolerance (Tolerancia/intolerancia). Federica Marangoni recopila el horror. "Lo vemos cada día en los periódicos, y nos acostumbramos; nos acostumbramos al horror y a la muerte. He tratado de convertir lo que veo en símbolos del desastre, en metáforas que puedan tocar el espíritu de la gente".

Los materiales de esos símbolos son la luz, el vidrio, el alambre. "La jaula de luz, como llamo a algunas de mis obras conceptuales o simbólicas, está aquí también presente. En este caso, yo estoy en el interior de la jaula; mi cara se multiplica en un afán por hacerme partícipe del grito horrorizado de la humanidad. La luz busca la libertad, y la jaula explica la limitación de comunicación y de libertad que contiene la vida".

El grito de Federica Marangoni no se oye. "Como no se oye el grito de la humanidad. Para mi obra contra la intolerancia uso los mismos símbolos que han sido imperiosos en mi obra. Cuando hice mariposas de luz, éstas eran mariposas que no volaban, e hice escaleras de luz que jamás acababan, que nunca llegaban al cielo... Aquí presento un corazón sangrante, hecho de luz y de vidrio, y un arco iris que se consume. Son los símbolos de la desesperación y la esperanza. El corazón se desespera, el arco iris representa la necesidad de esperanza que tiene el hombre. Este corazón sangrante lo hice para el Guggenheim de Venecia en un aniversario del 11 de septiembre... Y es válido también para el horror de Atocha. Representa la rabia ante todos los horrores del mundo".

Federica Marangoni ha seleccionado un centenar de imágenes que avalan su sensación incesante de horror ante la intolerancia. "Y así podría seguir coleccionándolas toda mi vida. Aquí las proyecto con el ritmo veloz del corazón humano. E incluye un espejo en el que la gente puede también expresar su propio horror". ¿Dónde advierte ella ahora con más rabia la presencia de la intolerancia? "La intolerancia es cotidiana, y no sólo se expresa en guerras y bombas. La intolerancia racial, la que representa la existencia de niños-soldados... Y hay tan pocos ejemplos de tolerancia. Había una mujer tolerante, Teresa de Calcuta, pero también se murió".

Activísima, Federica Marangoni acaba de estar en Berlín y en Génova, presentando su obra, y esta misma muestra contra la intolerancia que inauguró anoche se expondrá en Nueva York para viajar luego al Museo de la Tolerancia que la Fundación Wiesenthal creó en Los Ángeles, Estados Unidos. Para ella, esta época de su arte es la de la afirmación de su compromiso. "La voz del arte tiene que ser contemporánea, ha de representar la vida y los peligros a los que ésta se enfrenta; el arte no puede ser una abstracción decorativa. Aquí también expongo manos de vidrio, purísimas, pero no son sólo figuras para completar un lienzo, sino que quieren mostrarse como las manos abiertas de una multitud. Son las manos del artista que intenta participar del grito de la gente... El arte es sobre la vida o la muerte, ésas son las cosas que nos interesan". "El arte", dice Federica Marangoni, "no puede parar el horror, pero tiene que estar presente en los problemas del mundo, usando su energía para denunciar la injusticia y, en este caso, la injusticia que supone la intolerancia".

Federica Marangoni, en su exposición <i>Tolerance-in-tolerance,</i> en Madrid.
Federica Marangoni, en su exposición Tolerance-in-tolerance, en Madrid.RICARDO GUTIÉRREZ
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