Diez horas con los buitres
Un exigente circuito a pie por la cresta del colosal anfiteatro granítico que se alza a espaldas de Manzanares el Real
Integral, en la jerga excursionista, es la ruta que recorre todo un macizo montañoso por lo más alto. En teoría, hay tantas integrales como macizos, pero en la práctica, las dificultades técnicas y logísticas limitan mucho las integrales a las que una persona en su sano juicio y mediana forma física puede hincar el diente.
Tanto es así que, en Madrid, cuando uno dice de hacer la integral (a secas), se sobrentiende, salvo que ese uno sea matemático o panadero, que habla de la única posible y apetecible: la de La Pedriza.
Tres circunstancias explican el éxito popular de esta integral. Una: la forma casi circular del macizo, como de herradura o cruasán, cuyo brazo oriental permite trepar directamente desde Manzanares el Real hasta los 2.033 metros de las Torres y el occidental bajar hasta la misma villa siguiendo el curso del río Manzanares, todo ello en una sola jornada, sin vehículos de apoyo, vivacs u otros quebraderos de cabeza. Dos: la amenidad del terreno, una vertiginosa sucesión de collados, miradores, canales, pináculos, llambrias, túneles y laberintos rocosos que podrá causar fatiga, pero no aburrir. Y tres: que está perfectamente señalizada con marcas de pintura blanca y amarilla, haciendo imposible cualquier extravío. Pero no nos engañemos: con un desnivel acumulado de 1.400 metros y una duración de 10 horas, ésta es una excursión exigente, que requiere, además de buenas pantorrillas, dedicarle un día largo de primavera o de finales de verano, so pena de que la noche se nos eche encima.
Una vertiginosa sucesión de laberintos rocosos causa fatiga pero no aburre
El rigor del estío no es la mejor opción para triscar por estos peñascales candentes. Y en invierno, aparte de que no hay luz suficiente, la nieve sepulta las señales y convierte los canchales en escurridizos toboganes, reduciendo las posibilidades de aplicar el adjetivo integral a los substantivos estupidez y galleta.
La del alba será, pues, cuando salgamos de la plaza Mayor de Manzanares por la calle de los Panaderos y, al llegar a la glorieta que hay al final de la misma, tiremos por la cuesta de enfrente, rastreando las señales de la senda a través de las urbanizaciones que se apoyan en estos primeros repechos de La Pedriza, los del Alcornocal.
En 45 minutos alcanzaremos el collado de la Cueva; en una hora y media, cruzaremos la alargada pradera de la Gran Cañada; y en tres, nos plantaremos en las vecindades del Yelmo, cuya mole ovoidal veremos descollar a unos 500 metros a mano izquierda. Aquí la senda acomete un brusco descenso hasta el collado de la Dehesilla, seguido de una subida no menos salvaje hasta la pradera de Navajuelos, en cuyo fantasmagórico entorno se yerguen la bola equilibrista del mismo nombre, el obelisco inclinado del Torro, el mogote de los Suicidas y la pulida pared de Santillán.
Este tramo, el más espectacular de la integral, ofrece como colofón el soberbio panorama de riscos, portachos y callejones que se domina desde el collado de la Ventana, a unas cinco horas del inicio.
Al noroeste, cerrando el circo de La Pedriza posterior como la clave de un arco, divisaremos las Torres, máxima altura del macizo granítico, que aquí se codea con las orondas eminencias gneísicas de la Cuerda Larga. Y poco más allá, a poniente de las Torres, el collado del Miradero, lugar idóneo -tras seis horas largas de marcha- para entrar a machete en el morral y dar una cabezada bajo la mirada, comprensiblemente golosa, de los buitres leonados.
El circuito continúa, ya con tendencia descendente, por la cuerda de las Milaneras, obligándonos a usar las manos para sortear dos pasos delicados: a la altura del Carro del Diablo y en la canal del Pajarito.
A las ocho horas, daremos con nuestros molidos huesos en el collado pinariego del Cabrón, y en otra más, por la ladera que vierte al Manzanares, junto a los aparcamientos de Canto Cochino, desde donde, sin cruzar el río, siempre por su margen izquierda, volveremos a la villa que nos vio partir de gran mañana.
Hoteles y casas rurales con vistas
- Cómo ir. Manzanares el Real dista 53 kilómetros de Madrid yendo por la autovía de Colmenar Viejo (M-607), tomando la M-609 pasado el kilómetro 35 y luego la M-608 a mano izquierda. Hay autobuses de Herederos de J. Comenarejo (teléfono: 913 59 81 09).
- Datos de la ruta. Duración: 10 horas. Longitud: 25 kilómetros. Desnivel: 1.400 metros. Dificultad: muy alta. Camino: itinerario circular por el sendero PR-C.1, señalizado con marcas de pintura blanca y amarilla; no hay fuentes, por lo que es imprescindible llevar unos tres litros de agua por persona. Cartografía: mapa "La Pedriza del Manzanares", a escala 1:15.000, de La Tienda Verde.
- Comer. Casa Goyo (teléfono: 918 53 94 84): cocina tradicional con productos de temporada; precio medio, 25-30 euros. Parra (teléfono: 918 53 95 77): carne del Guadarrama y asados; 30 euros. Rincón del Alba (teléfono: 918 53 91 11): mariscos y pescados a la plancha -lubinas, lenguados, corvinas, pargos...-; 35 euros.
- Dormir. La Escala (teléfono: 600 45 07 41): coqueta casa rural de reciente apertura, con buenas vistas; 60-75 euros. Hotel Rural La Pedriza (teléfono: 918 52 89 00): situado junto al parque natural, este pequeño cuatro estrellas ofrece ocho habitaciones dobles y tres suites con hidromasaje y terraza; además, en su comedor se sirven sabrosas carnes a la brasa y, bajo petición, menús temáticos (avestruz, internacional y romántico); doble, 51-85 euros. Parque Real (teléfono: 918 53 99 12): hotel céntrico, clásico, bien equipado; 61 euros.
- Actividades. La Pedriza-Compañía de Guías (teléfono: 918 52 72 33): rutas de senderismo a la medida y cursillos de escalada.
- Más información. En el Centro de Educación Ambiental del Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares (teléfono: 918 53 99 78), que está situado a dos kilómetros de la población, junto al control de acceso de La Pedriza. Y en www.manzanareselreal.org
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