Un 'burka' de plástico
Hondarribia, 8 de septiembre, 8.30 de la mañana. La compañía Jaizkibel comienza el desfile por el centro del pueblo. Es el día grande de las fiestas. Han sido necesarios 10 años de reivindicaciones y también de solidaridad. Se ha necesitado el respaldo de los tribunales, del Ararteko, de Emakunde, de los grupos parlamentarios, de las asociaciones de mujeres y de tantas y tantas personas de este país que trabajamos por una sociedad más justa y democrática.
Muchas personas han sufrido insultos, amenazas, agresiones, por defender el derecho de las mujeres a participar en un Alarde igualitario sin que se les discriminara por el hecho de ser mujeres, convencidas. de que sus derechos acabarían siéndoles reconocidos. Pero ni las resoluciones judiciales, ni los pronunciamientos institucionales, ni la reciente Ley de Igualdad aprobada por el Parlamento vasco han servido para que el alcalde asumiera sus responsabilidades y protegiera a las mujeres y hombres que componen la compañía mixta.
El 8 de septiembre los insultos y pitadas pusieron de manifiesto, una vez más, la intolerancia que se respira en Hondarribia. Pero no pudieron impedir que la compañía Jaizkibel desfilara. Los colores rojo y negro que inundaban las calles no pertenecían solo a las mujeres, sino que se confundían con los de las y los ertzainas que les custodiaban. Al parecer, más de 300 agentes protegieron el desfile. Una curiosa imagen festiva, pero que abría un surco de esperanza. Atrás quedaban años oscuros en que las mujeres eran confinadas a un rincón del municipio, negándoseles los más elementales derechos.
Este año a los defensores del alarde tradicional no les ha bastado con cerrar los ojos a la realidad, sino que han decidido ponerse un plástico negro a modo de burka gigante para no ver a las mujeres desfilando. ¿Por qué los partidarios del alarde tradicional se cubrieron de negro? Porque tienen miedo a los cambios. Porque, como dijo Isabel Alkain, capitana de Jaizkibel , si nos miraran ya no podrían dejar de hacerlo y se unirían a nosotras.
La intolerancia que se respira en Hondarribia requiere una actuación decidida de los poderes públicos. Sin embargo, Borja Jáuregui, alcalde de Hondarribia, no sólo se ha mostrado incapaz de liderar los cambios que marca la Ley de Igualdad, sino que, al acudir a la manifestación del 3 de septiembre para protestar por la resolución del Departamento de Interior sobre los horarios, resolución que fue respaldada por el Tribunal Superior de Justicia, se ha puesto a la cabeza de los intolerantes. Su comportamiento ha dejado desprotegidas a las mujeres y ha supuesto una auténtica dejación de responsabilidades, por lo que debería presentar su dimisión.
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