Un derribo para la concordia
Córdoba rinde homenaje a los presos políticos de la cárcel de Fátima, que comenzó a ser demolida ayer
Un pedazo de la historia oscura de España empezó a desaparecer ayer en Córdoba. La antigua Prisión Provincial de Fátima de la capital comenzó a ser derribada. Las piedras del recinto carcelario caerán y serán retiradas, pero los que asistieron ayer a un simbólico acto de homenaje a los presos políticos que allí penaron no quieren que también llegue el olvido.
La prisión de Fátima, como popularmente se ha conocido a este penal, dejó de acoger a reos en el año 2000, cuando comenzó a funcionar el centro penitenciario provincial de las cercanías de Alcolea. No está del todo claro el momento exacto en el que la cárcel de Fátima inició su actividad, porque no existe una fecha oficial de inauguración.
Según el historiador Rafael Jurado, hay constancia de que en el año 1933 se publicó una orden para levantar el penal. Pero las obras no comenzaron hasta 1937. Durante la Guerra Civil, los presos del bando perdedor se hacinaban en el recinto del Alcázar de los Reyes Cristianos. La cantidad de reos era tal que las autoridades franquistas decidieron acometer las obras de la cárcel provincial. Y, como ocurrió en muchos otros casos -el más conocido es el recinto del Valle de Los Caídos en El Escorial-, quienes fueron obligados a levantar el penal fueron los presos políticos.
Los reclusos eran trasladados desde el Alcázar hasta los módulos a medida que éstos se iban levantando. La obra estuvo rematada a principios de los años cuarenta, se estima que en el año 1941, afirma Jurado. "Mientras tanto, continuaban las sacas. Los carceleros llegaban un día con una lista y se llevaban a unos cuantos en un camión para fusilarlos en las carreteras", explica José Luis Villegas, ex concejal del Partido Comunista en el Ayuntamiento de Córdoba y uno de los presos políticos que estuvo encerrado en la prisión durante la última etapa de la dictadura franquista.
Los presos políticos fieles a la República, que tuvieron la suerte de no acabar en una cuneta, estuvieron durante años encerrados allí. Algunos perecieron entre las rejas. Otros, consiguieron salir después de cumplir las condenas impuestas en juicios sumarísimos.
A medida que pasaron los años, los reclusos de conciencia que entraban en la prisión cordobesa eran más jóvenes. Villegas, que fue el encargado ayer de pronunciar unas palabras en nombre de los que estuvieron allí presos, entró a los 18 años. Fue detenido y acusado de ser el instigador de una huelga de usuarios de los autobuses en Córdoba en el año 1973.
"Aunque yo estaba recluido en un módulo para menores, recuerdo que allí había presos históricos como Mario Onaindía [ex miembro de ETA político militar condenado a muerte en el famoso proceso de Burgos, que luego acabó como presidente de los socialistas vascos en Álava] o Javier Izko de la Iglesia [el miembro de ETA que asesinó al policía Melitón Manzanas]", sostiene Villegas, para el que la desaparición de la cárcel de Fátima es "un acto de clamorosa humanidad".
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