Huracán Koizumi
El conservador Partido Liberal Democrático (PLD) de Japón ganó ayer de forma arrolladora las elecciones a la Cámara baja, que había convocado anticipadamente el primer ministro, Junichiro Koizumi, tras bloquear el Senado la privatización del servicio de Correos, que actúa también como una caja de ahorros. Con sus 2,5 billones de euros en activos y más de 260.000 empleados, es la mayor entidad financiera del mundo. El triunfo es sobre todo de Koizumi, un dirigente populista que con su verbo y atuendo está en las antípodas del carácter grisáceo de la clase política japonesa, y que con esa reforma pretende supuestamente acabar con los viejos modos corruptos de hacer política en el país.
La victoria ha sido de tal calado que el PLD no necesitará en principio del budista Nuevo Komeito, su actual socio de coalición, para formar Gobierno, lo que no sucedía desde 1991. Los liberales, en cualquier caso, han estado siempre en el poder durante el último medio siglo, salvo un paréntesis de 11 meses en los noventa. Los comicios, que han despertado una inusitada participación, han supuesto el descalabro del primer grupo de la oposición, el Partido Demócrata (PDJ), del centrista Okada, cuyo programa contemplaba un catálogo de reformas mucho más profundo que el de Koizumi.
El primer ministro convirtió Correos en la única cuestión de la campaña. Ni una referencia a la imperativa necesidad de reformar las pensiones, a cómo drenar la masiva deuda pública o solucionar el empeoramiento de las relaciones con China. Koizumi estima la privatización del servicio postal como la piedra angular de la reforma estructural que exige la sociedad nipona. Cuando llegó al poder, en 2001, ya anunció que daría la batalla para sacarla adelante.
La reforma se aplicará de forma gradual, como ya ocurrió con la ferroviaria en los ochenta. De hecho, no entrará en vigor plenamente hasta 2017. Pero muchos consideran que es un arma de choque fundamental para poner término a la corrupta simbiosis entre partidos y empresas. El servicio postal ha servido en gran parte para financiar enormes obras públicas de dudosa necesidad y enriquecer los bolsillos de políticos y burócratas del partido gubernamental.
Koizumi sale de estos comicios con un carisma popular semejante al de Nakasone en los ochenta y, sobre todo, muy reforzado en su propio partido. No pertenece a ninguna de las viejas camarillas. A la vista de su arrolladora victoria, y pese a que anoche reiteró que no cambiará de idea, no sería improbable que se replantee su compromiso de retirarse de la presidencia del PLD en septiembre de 2006.
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