"Necesitamos líderes que defiendan un papel fuerte del Estado"
Felipe Solá (Buenos Aires, 1950) es el gobernador de la provincia más importante por población y peso económico de Argentina. El cargo le otorga una gran influencia en el Partido Justicialista (PJ), profundamente dividido ante las legislativas del 23 de octubre e intervenido judicialmente desde el martes precisamente por la ausencia de responsables de la formación política. En la provincia gobernada por Solá se libra la batalla que decidirá el futuro del histórico partido argentino. Se enfrentan en listas separadas por un escaño en el Senado Cristina Fernández, esposa del presidente, Néstor Kirchner, y Hilda Chiche Duhalde, esposa del ex presidente Eduardo Duhalde. Solá es uno de los más firmes aliados de Kirchner.
"Hay que reconstruir una clase media con sentido industrial" "Una vez en el poder, el peronismo tiende a resistir el debate y priorizar la acción"
Pregunta. ¿Cómo se explica que el principal partido argentino, en el Gobierno y seguro ganador de las elecciones, sea a la vez la principal fuerza de la oposición?
Respuesta. Perón decía que en Argentina hay conservadores, socialistas, comunistas, fascistas... Y le preguntaban: "¿Y peronista, no hay nadie?" Él respondía: "Peronistas son todos, eso sí, unos a favor y otros en contra". Es muy vigente lo que dijo Perón. Si se observa este proceso con ojos españoles se piensa en un partido y el peronismo no es tal. No lo ha sido nunca. Tiene una inorganicidad que lo vuelve impredecible y tremendamente flexible. Podríamos decir que es un movimiento muy amplio cuya doctrina inicial genera una amplia variedad de interpretaciones. Por ejemplo, ha incorporado elementos fascistas en los cincuenta, socialistas en los años setenta y -de una manera acrítica- neoliberales en los noventa. Además en todos los casos se han producido pasos de personas de unas ideologías a otras.
P. ¿Y de dónde surge la división actual?
R. Esta división de hoy tiene que ver con la idea de apartar de su puesto en el peronismo a una generación que aparece superada por las circunstancias después de la implosión de Argentina en 2001. Una generación atada a caudillismos, a viejos hábitos. Hay que reemplazarla por una dirección mucho más amplia basada en las personas y no en los partidos. Personas que tienen un pensamiento nacionalista, progresista, recuperador de la política y partidarias de un fuerte papel intervencionista del Estado en la economía como único camino para recuperar a un país donde el 50% es pobre o muy pobre.
P. Según sus palabras, el PJ no es partido, pero juega al mismo juego que los demás partidos políticos...
R. Sí, pero sigue las reglas del momento de elección. Una vez que está en el poder el peronismo no debate, sino que tiende a resistir el debate y a priorizar la acción. Y pone en esto toda su fuerza política.
P. ¿Y qué ocurre cuando el peronismo lucha consigo mismo por el poder?
R. Vuelvo a citar a Perón. No es que nosotros fuéramos buenos, pero los que venían eran tan malos que francamente no hay fuera del peronismo ofertas políticas atractivas. Hay una crisis fenomenal de figuras. El pueblo hace tiempo que no sigue modelos ni ideas sino personas y creo que esto sucede con todos los pueblos. A lo mejor por periodos cortos porque las personas prometen por encima de lo que pueden.
P. ¿No sería mejor que el PJ hubiera solucionado sus disputas internas antes de las elecciones en vez de concurrir a las elecciones en listas diferentes?
R. Solucionar las disputas internas antes de las elecciones era tratar de ir contra una clase política instalada en el peronismo, intentar quitarla de su lugar, con las reglas del juego puestas por esas personas. Además, en unas elecciones internas vota sólo el 5% del padrón y, poniendo un símil futbolístico, ¿por qué vamos a resolver en el vestuario lo que podemos resolver en el terreno de juego?
P. ¿Estamos a las puertas de la creación de otro gran partido político por una escisión en el PJ?
R. No lo creo. Además, en este país hay una desconfianza total hacia los partidos. En la televisión hay muy poco debate político, no sé que pasa en Madrid o Barcelona. Fundar un nuevo partido en un país donde generan tanta desconfianza es una idea muy poco atractiva. Lo que hay que hacer es, a través de una gestión, generar una propuesta atractiva.
P. Pero no deja de ser confuso que candidatos del mismo partido, como Cristina Fernández de Kirchner, Hilda Duhalde o Carlos Menem -que hace dos días pidió la vuelta a la paridad con el dólar- tengan discursos tan diferentes y se ataquen entre ellos.
R. Menem creyó que el peronismo nació para ser una derecha a la medida de algunos curas y militares. Menem se lo creyó porque su etapa en el Gobierno fue así. La incultura de Menem es vasta y además enciclopédica porque abarca todos los temas. Él creyó eso, pero el pueblo fue por otro lado.
P. ¿La crisis de partidos puede derivar en institucional y hacer necesaria una reforma del Estado?
R. No se puede plantear una reforma del Estado, o cambiar la Constitución, cuando hay tal nivel de pobreza, de necesidades insatisfechas y de descreimiento en la política. Para muchos padres, la prioridad es que sus hijos puedan comer o ir a la universidad. Hay que reconstruir una clase media con sentido industrial y reconstruir el sentido ético en la política. Eso implica reconstruir el tejido social, lo cual no es poco... pero éste es un país de milagros. La economía le está ganando a los más pesimistas, y eso es un hecho.
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