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CATÁSTROFE EN EE UU

La contaminación química y las infecciones amenazan la ciudad

A medida que los expertos profundizan en los análisis de la contaminación del medio ambiente causada por el huracán las perspectivas son más pesimistas. Lo peor es la contaminación química de las aguas de Nueva Orleans después del vertido del equivalente a 78.000 barriles de petróleo en el lago Pontchartrain, que se desbordó e inundó el centro de la ciudad.

A ello se unen factores cuyo impacto no se puede determinan aún, derivados de los vertidos industriales y del desbordamiento del sistema de alcantarillado. Para colmo, por si el lago hubiera tenido poco castigo, ahora está recibiendo los chorros de agua contaminada por la mortífera combinación de heces y productos químicos que se bombea del centro de Nueva Orleans, una operación indispensable y que no se completará hasta dentro de varias semanas.

"Lo que realmente me preocupa es que no sabemos cuántos elementos tóxicos hay en el agua", dice Julie Gerberding, directora del Centro de Control de Enfermedades Infecciosas.

A la espera de determinar el impacto de la contaminación, la prioridad de los equipos médicos de urgencia está ahora en los brotes, por el momento aislados, de infecciones que se han registrado en algunos refugiados acogidos en hospitales y en ciudades a lo largo de la costa de Luisiana, Alabama y Misisipi. Según el Centro de Control, hay cinco muertos por infecciones producidas a través de heridas: una persona refugiada en Houston y otras cuatro en Misisipi. Gerberding cree que "por ahora, los refugios están controlando bien los brotes". Hay una atención especial a las bacterias que producen diarrea y otras alteraciones estomacales, sobre todo entre niños, ancianos y gente previamente enferma.

El problema, subrayó la doctora Gerberding no vendrá de los cuerpos de las personas muertas, porque los cadáveres no son agentes infecciosos: el proceso de descomposición -si la persona no estaba enferma cuando murió- corre a cargo de bacterias que no son peligrosas, porque están ya en los organismos vivos. Los riesgos mayores vienen del Escherichia coli que produce la diarrea y de los gérmenes que ocasionan cólera, disentería y fiebres tifoideas. Todo ello tiene tratamientos eficaces con antibióticos y antidiarreicos y de hidratación constante, lo que está bien organizado en general en los refugios pero mal en los que aún no han salido de Nueva Orleans. A eso hay que añadir, recordó la doctora Gerberding, el reto de cuidar de las personas desplazadas que son mayores y sufren enfermedades crónicas.

Otra de las tareas de los médicos es controlar las aguas de Nueva Orleans para determinar cuándo es segura la utilización del agua potable, algo que puede tardar meses.

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