"La autoridad civil no existía y la policía sólo daba vueltas"
Una familia española atrapada en Nueva Orleans logró regresar ayer
La odisea en Nueva Orleans del matrimonio formado por los funcionarios de la Generalitat catalana Josep Fusté y Clara Díez, y de su hijo Aitor, de 18 años, ha terminado. Tras quedar atrapados en la ciudad estadounidense por el huracán Katrina durante casi una semana, finalmente consiguieron regresar ayer a su casa, en Barcelona. "Nueva Orleans es una ciudad fantasma, todo está destrozado", dijo Aitor Fusté Díez nada más llegar al aeropuerto de El Prat.
La opinión de los tres es unánime, y ayer denunciaron la "descoordinación" de las autoridades estadounidenses durante la catástrofe: "Había policía por todas partes pero sólo daba vueltas y no atendía a nadie", aseguraron. "La autoridad civil no existía", y tampoco había "nadie a quien preguntar qué podíamos hacer para salir de allí o que nos ofreciera ayuda", puntualizó Josep Fusté.
Nueva Orleans, añade Fusté, "ofrece un panorama de guerra en lugar del escenario de una emergencia humanitaria", pues la ciudad está llena de "tanques y cuerpos de seguridad". "Pero no vimos a nadie de la Cruz Roja", resaltó Clara Díez. Los tres consideran que la Administración norteamericana está más preocupada por "la ley y el orden", y no por "llevar agua y alimentos" y atender y rescatar a los damnificados. Pese a tanta policía por las calles, los "saqueos" fueron una constante en los días posteriores al huracán.
En su recuerdo, permanece viva la imagen del Centro de Convenciones de la ciudad, donde dejaron malviviendo a "miles de personas", a las que "en tres días no les han traído agua y alimentos". "Los turistas de otros estados norteamericanos estaban totalmente sorprendidos" por la respuesta de la Administración estadounidense, recalcó Josep Fusté, que contrapuso esta situación a lo que cree que hubiera ocurrido en un caso similar en España, donde acudirían "miles de voluntarios".
La familia se encontraba en Nueva Orleans de vacaciones, y era su último destino antes de regresar a Barcelona. Al confirmarse que la ciudad se vería asolada por un huracán, el pasado domingo a las seis de la mañana, el día antes de la llegada del Katrina, fueron al aeropuerto. Pero se tuvieron que quedar en tierra: "Ya no se podía volar, pues nuestra compañía había cancelado todos sus vuelos", recordó Fusté. Salir de la ciudad fue imposible, pues "no había taxis y ya no se podían alquilar coches", añadió Clara Díez.
Así las cosas, la única opción fue refugiarse en el hotel donde se hospedaban, en el Barrio Francés, que no se vio afectado por las inundaciones. Pese a todo, se quedaron sin agua, luz ni alimentos. Consiguieron malvivir, junto a otros turistas, los empleados del hotel, y sus familiares, hasta el miércoles, cuando se acabaron las provisiones.
Inicialmente, el hotel alquiló diez autobuses para evacuarlos a todos, pero el Ejército "los requisó" para otros fines. Entonces, junto a un centenar de turistas, decidieron que era el momento de salir de la ciudad. "Formamos una piña, esto nos permitió aguantar", opinaba ayer Aitor.
La noche del pasado jueves, antes de ser evacuados, la pasaron al raso, cerca de un puesto de control militar, "porque pensamos que así estaríamos a salvo y que no nos atracaría nadie", explicó Clara Díez. Allí, fueron testigos de la explosión de una de las refinerías de la ciudad.
La familia Fusté-Díaz aprovechó ayer la ocasión ante la prensa para agradecer a las autoridades españolas su colaboración, pues les permitió ser evacuados.
Ayer por la tarde el consulado holandés evacuó a la estudiante valenciana Lorena Hernández junto con otras personas de aquel país. Dos párrocos españoles, uno de los cuales se niega a abandonar la ciudad, permanecían ayer todavía en Nueva Orleans.
La diputada socialista Lourdes Muñoz y su familia, que también se encontraban en Nueva Orleans de vacaciones cuando el Katrina devastó la ciudad, permanecen descansando en Huston a la espera de regresar a España en los próximos días.
Denuncia de una estudiante
La estudiante valenciana Lorena Hernández, que ha estudiado un máster e iba a empezar a trabajar en la Universidad de Nueva Orleans, a diferencia de Josep Fusté y Clara Díez, que mostraron su "agradecimiento" a la ayuda prestada por las autoridades españolas, denunció el sábado que el trato del consulado español hacia ella y su familia ha sido "nefasto". "Es una vergüenza cómo se están portando las autoridades españolas en Estados Unidos", señaló en declaraciones al diario Levante.
La joven se puso en contacto con la embajada de Holanda, que "se ha tomado muchas molestias en mi caso", aseguró. La joven pretendía que el consulado español evacuara también a sus compañeros holandeses, cosa que no hizo. Al final fueron las autoridades holandesas las que sacaron de la ciudad al grupo.
La joven valenciana se mostró muy alarmada por la inseguridad en la ciudad, convertida en "una zona cero".
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