Gárate explora los límites entre el amor y el sexo en 'Un año en La Luna'
La comedia revela el mundo de un variopinto grupo de personajes
Muchas veces estamos más solos estando mal acompañados que estando realmente solos. En resumen, esto es lo que plantea esta historia". Así describe Un año en La Luna el cineasta pamplonés Antonio Gárate. La cinta, que se estrena hoy, se presentó en el Festival de Comedia de Peñíscola 2004 (premio de interpretación a Jorge Monje) y en el Festival de Cine de Albacete 2004 (premio de interpretación al elenco de actores).
"Es una película de espacios y de actores", según el director, quien añade que el argumento tiene un fuerte componente autobiográfico. "No quería caer en una comedia golfa, sino hacer un melodrama un poco cool", señala. Para lograr "mayor intensidad" en los actores, Gárate ha recurrido a los cortes en el montaje, que terminan marcando el ritmo de la narración. "Este recurso nos dio mayor grado de libertad a la hora de ir al grano a través de pequeñas elipsis", explica.
El largometraje, grabado en betacam digital y con una estética próxima al formato Dogma, cuenta la historia de seis personajes que se enamoran y quieren comprometerse a cualquier precio. Los actores proceden, la mayoría de ellos, del mundo televisivo, como Elena Ballesteros, Jorge Monje, Alberto Jiménez, Armando del Río, Begoña Maestre, Carlos Martínez, Victoria Freire y Ángel Ruiz.
El guión, escrito por el director y Roberto Goñi, parte de la historia de dos hermanos sedientos de cariño, a la que se suman las de otros personajes. Íñigo se traslada desde su pueblo a Madrid para estudiar Psicología y se aloja en casa de su hermana Esther, que comparte piso con Gabriel, un escritor de relatos porno.
En la facultad, Íñigo conoce a Sonia, una chica misteriosa de la que se enamora. Esther tiene una relación con su jefe, Javier. Éste está a punto de casarse y, aunque probablemente quiere a Esther, pero a su manera, no para de hacerle falsas promesas. Gabriel conoce a Almudena, una chica de familia acomodada que está a punto de casarse. Entre ellos se desata la pasión. Todos se ven a escondidas, y a veces coinciden en La Luna, un bar del centro de Madrid. Lo regenta Alberto, un hombre muy ilusionado con su negocio, pero con serios problemas económicos. También esconde una historia de amor.
La película está rodada casi íntegramente en interiores, que buscan reflejar la vida en un mundo urbano y transmitir la sensación de lugares fríos y casas de paso: cama deshecha, paredes limpias, los mínimos enseres del hogar... A excepción de los exteriores de Gran Vía, la acción transcurre en habitaciones vacías o en el bar La Luna, que da nombre a la película. El coste de la película, en la que el director ha invertido tres años, ha sido de medio millón de euros.
Babelia
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