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Reportaje:

Beslán honra a sus 331 víctimas

Las madres de los niños muertos señalan al presidente Putin como responsable de la tragedia

Beslán se despierta hoy de luto y rememora la ira y la impotencia que sintieron sus habitantes y toda Osetia del Norte cuando un grupo de terroristas irrumpió en el patio de la escuela número uno. Lo que debía haber sido una jornada de fiesta -la del Día del Saber, con el que se festeja el comienzo del año escolar en Rusia- se convirtió en una pesadilla: 331 muertos, entre ellos 176 niños. El dolor nunca ha cesado en estos 365 días para los cientos de madres, padres y familiares que perdieron a sus seres queridos.

El horror duró tres días y tres días durará el luto oficial en Osetia del Norte. Las madres que perdieron a sus hijos piensan en instalarse en el gimnasio, el principal escenario de la tragedia, y honrar su memoria. Sólo algunas no podrán participar en este acto recordatorio. El presidente ruso, Vladímir Putin, ha invitado para mañana a una delegación norosetia al Kremlin, de la que formarán parte miembros del Comité de Madres de Beslán. Después de muchos debates y vacilaciones, esas madres han decidido ir a Moscú para plantear a Putin algunas preguntas incómodas y decirle a la cara que lo consideran responsable de la tragedia.

El 85% de los rusos teme que el asalto a la Escuela Número Uno pueda repetirse

El gimnasio de la Escuela Número Uno, comparado con el año pasado, apenas ha cambiado. A ambos lados del hueco donde estaba la puerta hay ahora dos grandes paneles de granito negro por los que, gracias a una delgada tubería puesta encima, corre constantemente el agua. No es necesario preguntar a nadie para entender su simbolismo: son las lágrimas que no paran de derramar las madres y es también el agua en sí, el precioso líquido del que los terroristas privaron a los niños durante aquellos tres horribles días. Con el calor sofocante que hacía, necesitaban agua para saciar su sed y refrescarse. A falta de ella, tuvieron que beber su propia orina o la de sus compañeros.

Otra cosa que distingue el lugar de la tragedia es que los muros de la escuela adyacentes al gimnasio están cubiertos por telas blancas y rojas, especie de pancartas con dibujos -en su mayoría palomas-, y nombres de cientos de personas y decenas de ciudades. Las han enviado como acto de solidaridad niños pequeños y adolescentes de ciudades de 80 países que de una u otra forma han conocido lo que es el terrorismo o la guerra. Entre los nombres de personas, muchos españoles, y entre los de ciudades, Madrid y Barcelona.

En el interior del gimnasio, al igual que en los primeros días después de la tragedia y durante todo este año, se pueden ver en el suelo botellas de agua y de gaseosas, velas, flores y juguetes, principalmente ositos de felpa. Además, para este doloroso aniversario, se han colgado en las paredes interiores las fotos de todas las víctimas.

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Hace un año, un comando de 32 terroristas tomaron como rehenes a 1.128 personas, la mayoría niños, en la Escuela Número uno de Beslán; 331 personas murieron: 18 rehenes, 10 soldados de los servicios especiales, dos miembros del Ministerio de Situaciones de Emergencia y un policía. Eso sin contar a 31 extremistas que tampoco sobrevivieron. Además, hubo 784 heridos entre los rehenes, es decir, que sólo poco más de 100 salieron ilesos de aquel infierno. E incluso eso parece un milagro, dado las armas que utilizaron las autoridades rusas para liquidar a los terroristas atrincherados en la escuela.

Las fuerzas de policía rusas lo negaron durante mucho tiempo, pero ante las pruebas irrefutables tuvieron que reconocer los hechos: en el asalto a la escuela usaron potentes lanzallamas y dispararon con tanques. Muchas madres encontraron a sus hijos calcinados o "asados", en palabras de Emilia Bzárova, miembro del Comité de Madres de Beslán, para definir el estado en que halló a su hijo, Aslán.

Las autoridades explicaron que habían disparado cuando ya no quedaban rehenes en el gimnasio. Las madres no les creen; tampoco el presidente norosetio, Teimuraz Mámsurov. Hace un año, Mámsurov era jefe del Parlamento local y tenía a sus hijos en la escuela número uno. Ambos resultaron heridos.

Saltan a la vista en Beslán los numerosos policías que hay apostados en las esquinas, junto a los edificios públicos y las escuelas. "Los han traído de todo el Cáucaso del Norte", explica Jashbí Farníyev, un norosetio que tiene familiares entre las víctimas de los terroristas. El control en los accesos a la ciudad ha sido reforzado y todos los colegios han sido inspeccionados por agentes con perros especialmente adiestrados para encontrar armas y explosivos. Además, según Mámsurov, "se han tomado otras severas medidas de seguridad", que no ha querido especificar "por razones obvias", es decir, para que no se enteren los potenciales terroristas. La mayoría de los rusos -el 85%, según las últimas encuestas- piensa y teme que la tragedia de Beslán puede repetirse.

Una niña, en los restos del gimnasio de la Escuela Número Uno de Beslán.
Una niña, en los restos del gimnasio de la Escuela Número Uno de Beslán.EFE

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