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El Constitucional alemán da vía libre a las elecciones anticipadas del 18 de septiembre

Los jueces rechazan el recurso de dos diputados contra la disolución del Parlamento

El Tribunal Federal Constitucional alemán dio ayer vía libre en Karlsruhe a las elecciones federales del 18 de septiembre. Por siete votos contra uno, los jueces del más alto tribunal alemán rechazaron la demanda de la diputada socialdemócrata Jelena Hoffmann y de Werner Schultz, de Los Verdes, contra la disolución del Parlamento Federal (Bundestag) y la convocatoria anticipada de elecciones. Políticos de todos los colores acogieron con satisfacción y alivio la decisión del Constitucional que elimina el último obstáculo para la celebración de los comicios.

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El fallo de ayer abre un debate sobre la necesidad de una reforma para introducir en la Constitución la posibilidad de la autodisolución del Bundestag con una mayoría cualificada.

Un comentario del presidente de la segunda sala del Constitucional encargada de juzgar la demanda, Winfried Hassemer, resume la situación que afrontaban los supremos jueces. Como si estuviese necesitado de una justificación para lo que muchos consideran en su fuero íntimo una chapuza jurídica, el juez Hassemer comentó, antes de leer el fallo, que se había extendido la impresión de que el Constitucional se encontraba obligado a elegir "entre la peste y el cólera". La peste sería la posibilidad de desencadenar una crisis del Estado al prohibir las elecciones. El cólera lo representaba la necesidad de amañar la Constitución para evitar dicha crisis. El juez añadió que, a medida que estudiaba la materia, se le quitó esa impresión.

El tribunal llegó a la conclusión de que "no se puede constatar un uso inadecuado de la cuestión de confianza" por parte del canciller socialdemócrata Gerhard Schröder (SPD). El problema parte de la rigidez que la Constitución alemana impone para la disolución anticipada del Parlamento. Con la obsesión de evitar la repetición de las crisis de la República de Weimar y obligar a que las legislaturas lleguen hasta el final, los padres de la Constitución alemana impusieron un rígido mecanismo que hace casi imposible la autodisolución del Bundestag.

Para llegar a unas elecciones anticipadas el canciller tiene que dimitir o perder una moción de confianza. Schröder recurrió a perder una moción de confianza, aunque contaba con una mayoría suficiente para gobernar. El Gobierno de coalición SPD-Los Verdes no había perdido ni una sola votación en toda la legislatura. En el debate sobre la moción de confianza el presidente del SPD y jefe del grupo parlamentario, Franz Müntefering, dijo que Schröder contaba con la confianza de los suyos. Esto ponía de manifiesto la farsa de una votación contra el canciller, cuyo único objetivo era abrir el proceso para anticipar los comicios.

Sucesión de derrotas

Tras la sucesión de derrotas en las elecciones de nueve Estados federados, en las europeas y el desastre del SPD el pasado 22 de mayo en Renania del Norte-Westfalia, Schröder tomó conciencia de que no podía seguir adelante con su programa de gobierno y anunció la convocatoria anticipada de elecciones federales de un año. La oposición celebró la decisión de Schröder al oler la posibilidad de recuperar el poder. Se inició entonces una carrera de obstáculos hacia las elecciones anticipadas: conformidad del presidente federal y superar la demanda de dos diputados y unos grupúsculos que sentían atropellados sus derechos y violada la Constitución.

El fallo del Constitucional elimina el último obstáculo para las elecciones. Un proverbio alemán dice que "en alta mar y ante un tribunal todo es posible", pero una decisión de los jueces en contra de las elecciones resultaba imposible. A no ser que los supremos jueces estuviesen dispuestos a desafiar a todos los partidos y la abrumadora mayoría de la opinión pública. La independencia judicial no llega a ese extremo y flota en el ambiente la sensación de que los magistrados han recurrido a los fórceps legales para parir unas elecciones que todo el país desea, aunque la Constitución las haga casi imposibles.

Desde el presidente federal Horst Köhler, hasta el del Bundestag Wolfgang Thierse (SPD), todos se han lanzado a afirmar la necesidad de una reforma constitucional que conceda al Bundestag la posibilidad de autodisolverse. Eso sí, con una mayoría cualificada que Thierse estima en tres cuartos y otros políticos limitaban a dos tercios. Schröder y la democristiana (CDU/CSU) Angela Merkel saludaron la decisión de los jueces.

Los únicos descontentos eran el magistrado que se quedó sólo con su voto en contra de la constitucionalidad de la convocatoria electoral y los dos diputados que presentaron la demanda. La diputada Hoffmann (SPD) declaró: "Creía que Alemania era una democracia parlamentaria. Hoy me han aclarado que tenemos una democracia de canciller".

Un hombre pega un cartel electoral del canciller Schröder en Dusseldorf.
Un hombre pega un cartel electoral del canciller Schröder en Dusseldorf.EFE

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