Cuenta atrás en el juicio por la hepatitis C
El estrado tendrá que acoger al tribunal, fiscal, defensa y más de 200 acusaciones particulares y procuradores
Quedan tres semanas para que el anestesista Juan Maeso, de 62 años, se siente en el banquillo de los acusados. Será el 12 de septiembre. El médico es el único imputado por el contagio masivo del virus de la hepatitis C a 276 pacientes en cuatro hospitales de Valencia entre 1988 y 1998: 46 en La Fe, 228 en la Casa de Salud (de los que 13 fueron pacientes de la sanidad pública derivados dentro del plan de choque del Consell en 1996 para reducir las listas de espera), uno en la Clínica Quirón y uno en la de la Virgen del Consuelo.
Maeso era uno de los más prestigiosos profesionales pero en la primavera de 1998, por boca del entonces consejero de Sanidad, Joaquín Farnós, apareció ligado a prácticas de contagio supuestamente deliberado. Una instrucción judicial no exenta de polémica y críticas dejó hace unos meses listo para juicio el que sin duda será uno de los procesos más espectaculares y mediáticos de los últimos tiempos. De hecho, las cifras que le acompañan son únicas: 28 tomos de sumario que hacen un total de 13.200 folios; 276 piezas separadas que suman otros 14.800 folios; se añaden 280 piezas de documentación de afectados excluidos de la investigación judicial repartidas en 5.000 folios; hay ocho tomos con documentación sobre esterilización; se suman alrededor de 6.000 folios con la documentación solicitada por la defensa. Es decir, más de 45.000 hojas recogen la información para afrontar un juicio en cuya instrucción se han dictado 153 autos y 269 providencias, en el que intervienen, además del tribunal de la sección segunda de la Audiencia de Valencia que preside la magistrada Carolina Rius y el fiscal, 146 procuradores (de los cuales 113 corresponden a las acusaciones particulares) y 171 abogados (135 en representación de los afectados). Dos contagiados han renunciado a las acciones penales y civiles. Comparecerán casi 600 testigos, de los que 384 han sido propuestos por el fiscal. Del total, la declaración de 219 está incluida ya en las actuacione.
A tres semanas del juicio, Justicia tiene sin resolver cuestiones capitales
El sumario tiene más de 45.000 folios y la documentación no está digitalizada
Ha habido otros casos con más número de folios en una sala de vistas, por ejemplo el caso Banesto. En número de afectados también ha habido sumarios que le han sacado mucha ventaja (el caso del aceite de colza o el desastre de la presa de Tous). Pero la puesta en escena no tiene precedentes en España y probablemente tampoco en Europa. Aunque es cierto que en la Casa de Campo de Madrid la Audiencia Nacional tuvo que habilitar un espacio para el juicio a 24 supuestos integrantes de una célula de Al-Qaeda en España, las exigencias en ese procedimiento eran otras.
En Valencia, el juicio por el caso de la hepatitis C ha obligado a construir prácticamente de cero un espacio que albergue a todos los que tienen que estar. A tres semanas del inicio del juicio algunas de las cosas importantes no están resueltas (quién proporcionará la señal de las vistas y dónde se situará la cámara, dónde se van a colocar abogados y procuradores cuando sobre plano hay asignadas posiciones sólo a los letrados, qué medios técnicos se van a proporcionar). En el edificio 24 horas, adosado al rectángulo acristalado que acoge las oficinas judiciales de la ciudad de Valencia, un espacio de más de 1.000 metros cuadrados que estaba reservado para despachos acogerá la celebración del juicio. Fernando de Rosa explica que aún hoy -aunque ya está prevista la inauguración oficial de la singular sala de vistas- quedan reuniones para precisar cosas: la señal de televisión, el acceso del público y afectados, o la ubicación definitiva de todos los que tienen que estar. De Rosa ha despejado otras cuestiones planteadas vagamente. La Ley de Enjuiciamiento Criminal fija al procurador como el verdadero representante de quien ejerce una acción en una causa. Los afectados del caso de la hepatitis C han sido considerados testigos por el fiscal, por lo que no pueden, hasta que no declaren, estar en la sala. Si no están los procuradores -el croquis no les da un espacio para todos- la cuestión es ¿quién los representa formalmente en la vista? De Rosa dice que los procuradores "se van a mancomunar para no tener que estar todos en la sala". Algunos de ellos, el pasado viernes, lo desconocían. De Rosa precisa también que cuando la consejería a la que pertenece anunció "novedosos medios técnicos para el visionado de documentos", un auténtico torrente de papel, en realidad se refería a la "disponibilidad de escáner y fotocopiadora para todos", no así a la digitalización del macrosumario. A juicio del secretario autonómico "la administración ha hecho un importante esfuerzo para facilitar las mejores condiciones y medios". En ello no incluye lo solicitado por la defensa de Maeso, que pidió al tribunal contar con los mismos que el fiscal, "porque no es nuestra obligación".
Maeso se enfrenta a la acusación del fiscal de ser el responsable de un contagio masivo "como consecuencia de las actuaciones que ejecutó primero sobre su propio cuerpo, administrándose anestésico como estupefaciente y después sobre el cuerpo de los enfermos, teniendo conocimiento de que padecía una infección hepática". Por ello, pide para él 2.214 años de cárcel, ocho por las lesiones de cada uno de los contagios y dos más por cada una de las muertes derivadas, a su juicio, del contagio.
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