"Asumo que nadie me escuche"
El montañero Juanjo San Sebastián (Bilbao, 1955) ha escalado algunas de las cumbres más altas del mundo. A pesar de los episodios trágicos que ha vivido en su carrera, no le falta sentido de humor. Al presentar su traje de pregonero, bromeó sobre las medidas de los guantes, ya que perdió todas las falanges de las manos en la escalada del K-2. Ayer subió, por las escaleras, al balcón del teatro Arriaga de Bilbao y abrió la Aste Nagusia con la lectura del pregón.
Pregunta. Usted dijo en su presentación como pregonero que solía huir de las fiestas. ¿Este año se va a aguantar?
Respuesta. He huido de la mayor parte de ellas. Siempre me ha gustado pasar un o dos días, pero muchas fiestas es mucho lío. Este año voy a vivirlas todo lo que pueda y estaré ahí todos los días. Vendrá también mi mujer, para ponerme un poco de equilibrio en el desequilibrio, y espero tener momentos para compartir con amigos que vienen de fuera. Voy a participar en todos los actos oficiales previstos para Aste Nagusia.
P. ¿No es un poco aburrido eso de los actos oficiales?
R. No lo sé. ¡Me temo que sí! [se ríe] No, pero será bonito también. Al ser pregonero, estoy prestándome a hacerme símbolo de algo que es mucho más colectivo de lo que yo pueda hacer por mi parte. Son actos que hay que cumplir, porque dan solemnidad a las fiestas. Creo que es una correspondencia justa y lógica con lo que me ha ofrecido la ciudad, y es un gran honor para mi.
P. ¿Cómo ha preparado el pregón?
R. Le he dedicado tiempo.Lo he preparado yo sólo, pero amigos míos lo han leído y he recogido sus observaciones. No lo dejé cerrado, quería poder cambiar cosas hasta el último momento.
P. ¿Hay un pregón de los años anteriores que le haya gustado más que otro?
R. No especialmente, aunque no los he leído todos. Están bien, pero ni originales, ni arriesgados. Lo que recuerdo es que no escuchaba nadie. La gente grita, canta, y tú te estás dirigiendo a esta gente que pasa de todo.
P. ¿El suyo sí es original y arriesgado?
R. No, tampoco. Lo que sí quería tocar, de una manera delicada, son elementos de la actualidad. No me apetecía hacer sólo una declaración de buenas intenciones. Yo, que nunca me he sentido muy próximo a ningún Gobierno, ni central ni vasco, quería introducir algún elemento que no tiene que ver con algunos de los sentimientos mayoritarios, sin entrar en la polémica tampoco. Y también lo he hecho lo más breve y gracioso posible, teniendo en cuenta que es un acto de protocolo y que era muy consciente de que nadie me iba a escuchar.
P. Usted declaró que el pregón le daba mucho miedo. Tampoco será como subir la Himalaya...
R. No es lo mismo, es miedo escénico en el momento de leer el pregón, que es el momento más tenso de la semana. Y miedo del cansancio acumulado por tanto protagonismo. Porque a todo el mundo le gusta que le tomen en consideración, pero sólo un ratito. Luego cansa mucho.
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