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Decenas de turistas instalan sus caravanas en las calles de Barcelona

Viajar a Barcelona y gastar lo mínimo, instalándose tan cerca del mar como sea posible. Ésa es la práctica de decenas de turistas que acuden a Barcelona en caravana o furgoneta y se instalan tan cerca de la playa como pueden. La Guardia Urbana de Barcelona les presiona para que se instalen en el espacio reservado para acampar junto al Fórum, pero con poco éxito. Estos turistas, reconoció un portavoz de la Policía Local, "aprovechan un vacío legal" que les permite aparcar hasta ocho días. El Ayuntamiento de Barcelona implantará en otoño una nueva señal de tráfico: "Prohibido aparcar, salvo a turismos", para evitar estas prácticas y sacar también los camiones de los aparcamientos.

Francesco y Valentina, una pareja de italianos de Arezzo (Toscana), practican ese turismo que consiste en encontrar un lugar gratuito para el vehículo y evitar así los gastos de alojamiento. Preferentemente, en lugares tranquilos y al lado del mar. El suyo está en el paseo de Joan de Borbó, junto a la playa de la Barceloneta. "Vivimos en la caravana y la aparcamos en los puertos porque estás cerca de la playa y siempre encuentras espacio libre. Un cámping puede costar 30 euros por día", afirma Francesco, satisfecho por el ahorro. Es la tercera vez que la pareja utiliza esta fórmula para pasar unos días en Barcelona, ahora les acompañan Elisa y Gabrielle.

El paseo de Joan de Borbó, en el Port Vell de Barcelona, se ha convertido en cámping improvisado: otras dos caravanas y dos camionetas están al lado del vehículo de Francesco y Valentina.

Carlos tiene 46 años, vive en Roma y se ha convertido en el vecino circunstancial de estos cuatro jóvenes. "Soy camionero y como no me llegaba el dinero opté por un barato viaje familiar", afirma. Vive en una caravana con su mujer, Annita, su hermano y sus tres hijos. "También tenemos lavabo", afirma Gabrielle mientras muestra un rollo de papel higiénico y se esconde tras una valla metálica entre las risas de sus compañeros para colaborar en dar a Barcelona su peculiar aroma.

La moda también alcanza a los aparcamientos de la playa barcelonesa del Bogatell, donde hay siete vehículos que practican este tipo de turismo. Marie y Dominique proceden de Grenoble. "Pasaremos cuatro días en Barcelona. Lo que ahorramos en hoteles, lo gastamos en comer fuera y en ir de compras", asegura Marie. Hay también coches junto a la ronda Litoral y en Montjuïc. "Cada día, a las ocho de la mañana, los guardias nos despiertan y nos dicen que vayamos a darnos un baño", dice Chad, un australiano de Sidney que se compró una vieja ambulancia para viajar, junto a su hermana y otros tres amigos. Las duchas de la playa suplen la falta de acondicionamiento de este viejo automóvil.

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