_
_
_
_
_
Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El mito del "milagro europeo"

Enrique Gil Calvo

Jack Goody es un antropólogo británico que hizo trabajo de campo entre los ashanti del África occidental inglesa pero cuyas investigaciones siempre se han caracterizado por el cruce interdisciplinar. Tras un primer libro sobre la institución de la herencia (Death, Property and the Ancestors), se dio a conocer en 1962 por un artículo escrito con Ian Watt que analizaba los efectos sociales de la adopción de la escritura tanto tras inventarse el alfabeto como en su reciente implantación colonial en sociedades ágrafas. El artículo vino a coincidir en el tiempo con la proposición por la Escuela de Toronto (Harold Innis, Walter Ong, Eric Havelock y Marshall McLuhan) del determinismo tecnológico de los medios de comunicación. Esta línea sería después continuada por Goody en obras como La domesticación del pensamiento salvaje, de 1977 (Akal), y La lógica de la escritura y la organización de la sociedad, de 1986 (Alianza).

CAPITALISMO Y MODERNIDAD: EL GRAN DEBATE

Jack Goody

Traducción de Cecilia Belza

Crítica. Barcelona, 2004

245 páginas. 22 euros

EL ISLAM EN EUROPA

Jack Goody

Traducción de Mirta Rosenberg

Gedisa. Barcelona, 2005

184 páginas. 16,90 euros

Pero lejos de especializarse en este campo, Goody se ha dedicado desde entonces a un peculiar uso del método comparativo que le permite relacionar entre sí instituciones tan distintas como la familia, la cultura, la tecnología y la política, haciéndolo tanto en el tiempo (comparando la revolución agraria con la industrial) como en el espacio (comparando Oriente con Occidente). Y cuando su carrera se acerca ya a su fin, ahora nos llegan sus últimas contribuciones a este género, en las que retoma el difusionismo cultural que ya analizó (The East in the West, Cambridge University Press, 1996) para centrarse en la desmitificación del presunto "milagro europeo", en realidad debido a la interacción global entre Oriente y Occidente.

La expresión "milagro europeo" (título de un libro de Eric Jones criticado por Goody) alude a la pretendida invención original, por parte del occidente europeo, de una nueva fase de la historia de la humanidad destinada a redimirla de su atraso secular, a la que se suele llamar "revolución industrial" pero también "capitalismo" o "modernidad". Y la forma estándar de este mito europeo, acogido a la autoridad de figuras tan poco dudosas como Marx o Weber, sería ésta: hasta 1600, el nivel de desarrollo humano de Oriente y Occidente era equiparable; pero entre 1600 y 1750 ocurrió algo en Europa occidental, que sólo aquí podía haber ocurrido, que estaba predestinado a transformar la historia de la humanidad; y este algo es el racionalismo, el individualismo, el capitalismo, el industrialismo y la democracia; innovaciones civilizatorias todas ellas que después los europeos extenderían al resto del planeta.

Goody dedica sus esfuerzos a criticar e impugnar esta mitología eurocéntrica. Ante todo, el supuesto "milagro" no consistió en una ruptura de la continuidad histórica pues se trata de un proceso gradual de cambio constante cuyos orígenes temporales se remontan en mil años al menos, sin que haya terminado de desarrollarse por completo. Y sus orígenes geográficos tampoco hay que situarlos en Europa, pues todos ellos proceden de Asia, de China e India especialmente, para ser después exportados hacia aquí a través del islam: primero el centrado en Bagdad, después en Córdoba. Lo que Goody sí reconoce a Europa es la aplicación de los inventos orientales a un militarismo que le permitió colonizar el resto del planeta. Y también el haber albergado las primeras concentraciones de manufacturas urbanas en la revolución industrial inglesa. Que tampoco fueron creaciones exclusivas.

Tampoco reconoce la existencia de ningún catalizador europeo de naturaleza cultural que estuvieron igualmente presentes en las demás conurbaciones mercantiles orientales o islámicas. De modo que ni habría tal milagro ni sería europeo, sino sólo un proceso interactivo de difusión innovadora que habría ido emergiendo de las grandes redes de intercambio global entre Oriente y Occidente, ya presentes desde la primera Edad del Bronce. Así que bienvenida sea esta saludable desmitificación proveniente del gran Goody, que viene a desmentir las vanidosas fantasías etnocéntricas del excepcionalismo occidental, hoy realimentadas por la arrogancia estadounidense.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_