El Gobierno negociará este otoño el futuro de las nucleares con los partidos y el sector
Izquierda Verde presiona para fijar un calendario de cierre de las centrales que Industria rechaza
El Gobierno abordará tras el verano la evolución futura que debe tener en España la energía nuclear, que supone una cuarta parte de toda la que se produce en el país y que estas semanas, con el precio del petróleo por las nubes, está en boca de partidos políticos y de "preocupados" empresarios. El debate se desarrollará en una mesa con representantes de la industria, los grupos parlamentarios y distintos sectores sociales. Industria descarta pactar un calendario para el cierre de las centrales, contra el criterio de Izquierda Verde, que había arrancado este compromiso al presidente José Luis Rodríguez Zapatero.
La mesa sobre el futuro de las nucleares, que abordará también una reforma y "posibles relevos" en el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) y la necesidad de una única gran fosa común donde ubicar los residuos radioactivos de alta actividad de todas las centrales, arrancará a la vuelta del verano. El ambiente estará ya caldeado, pues, previamente, está previsto que el primer pleno del Congreso, el mes próximo, se aborden ya estas cuestiones. Y el portavoz de Izquierda Verde en la Cámara, Joan Herrera, advierte de que peligra el apoyo de su grupo a los próximos Presupuestos "si el Gobierno se desmarca de sus compromisos".
El trasfondo del debate es el encarecimiento del petróleo, que vale un 62% más que en enero, la demanda de energía eléctrica, que en el primer semestre aumentó un 7%, la hasta ahora renqueante apuesta por las energías renovables, que sólo han cubierto el 28% del objetivo fijado para 2010, la necesidad de garantizar el suministro y los problemas para cumplir con los compromisos de Kioto.
Este contexto está generando "preocupación" entre los empresarios, asegura Manuel Melgar, presidente de la Comisión de Industria de la patronal CEOE, que reclama energía a precios competitivos y con fuentes de energía "fiables". Melgar cree necesario un debate "sereno y abierto" sobre costes, riesgos, ventajas e inconvenientes, "sin pancartas" contra las nucleares de antemano. "Si hubiera que sustituir nucleares por nucleares, pues no eludamos el tema", subraya, en la misma línea que mantiene la patronal Fomento del Trabajo.
Atajar la demanda
Todos los partidos, sin distinción, y las patronales empresariales están de acuerdo en que cualquier estrategia energética para el país debe pasar por intentar atajar la demanda -el incremento acumulado entre 1997 y 2003 es nada menos que del 47,7%, según la patronal eléctrica UNESA- y fomentar las energías limpias.
El Ejecutivo acaba de mover ficha en ambas direcciones: en julio aprobó un plan para fomentar el ahorro y la eficiencia energética que persigue reducir un 8,5% el consumo de energía primaria y la dependencia del petróleo en un 20%. En paralelo, ha diseñado otro plan para impulsar las energías renovables, que debería potenciar la producción con biomasa y, sobre todo, la energía eólica.
Sin embargo, la eterna dependencia energética -España importa tres cuartas partes de la energía primaria que consume- y un petróleo por las nubes -cerca de los 70 dólares el barril en Londres y en Nueva York-, con el gas en parecida escalada, refuerzan la oportunidad del debate. El director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) y ex vicepresidente económico del Gobierno Rodrigo Rato ha declarado que ve "lógico" que las nucleares formen parte de la estructura energética, "con el actual precio del crudo".
Por su parte, el ministro de Industria, José Montilla, afirmó hace pocos días que, en el contexto actual, sería "una insensatez" proponer que España, considerada además una isla energética por la escasa capacidad de intercambio de energía con sus vecinos (3%, cuando el objetivo de la UE es alcanzar el 10%), prescinda de las centrales que producen cerca del 25% del total.
Según el ministerio, este mensaje "no supone ningún cambio de discurso, porque nadie habla de promover la energía nuclear, sino de favorecer su abandono paulatino a medida que ganen peso las energías limpias". Sobre el papel, esta posición refleja el programa electoral del PSOE, a pesar de que Rodríguez Zapatero se comprometió con Izquierda Verde en el último debate sobre el Estado de la Nación a dialogar sobre "un calendario de cierre de la energía nuclear en España".
Desde que el PSOE accedió al poder, la única determinación relacionada con el tema que ha tomado Montilla, una vez decidido ya el desmantelamiento de la central de Zorita para el próximo 30 de abril, ha sido la de renovar por otros 10 años la autorización de explotación de la central de Trillo, que finalizaba a finales de noviembre de 2004. Y, en el horizonte, la próxima decisión corresponde a Garoña (Burgos). En 2006 le toca pedir si se le renueva la licencia para más allá de 2009.
También el PP, a través del diputado y ex secretario de Estado de Energía José Folgado, ha reclamado un pacto político para concretar el papel de la energía nuclear, que considera "imprescindible" para la competitividad de la economía española.
La izquierda, "optimista"
Incluso un partido poco amigo de las nucleares como Esquerra Republicana (ERC), que ha pedido que no se renueve la licencia de explotación de la central de Garoña, cree "irreal plantear un calendario de cierre hasta que se fomenten de una vez por todas y en serio las energías renovables y se actúe sobre el consumo", explica la diputada de ERC Rosa Bonàs.
"Sí es realista plantear un calendario de cierre, es factible plantearlo en una década, y pese a la soledad en el Congreso soy relativamente optimista porque el debate sobre qué hacer con los residuos radiactivos [160 toneladas al año] forzará un debate sobre el cierre", subraya Herrera, muy crítico por la "irrisoria" inversión en fomento del ahorro energético.
Costes bajos con un precio elevado
Según el Foro Nuclear, que agrupa a las empresas titulares de los nueve reactores nucleares españoles, la energía nuclear viene a ser la panacea: limpia de emisiones contaminantes, ayuda a reducir el problema para cumplir con el Protocolo de Kioto, barata en términos relativos (los costes variables son bajos) y permite garantizar el suministro porque, aunque España sólo cubre en un 17% con uranio de producción autóctona las necesidades de sus centrales, las participaciones de la empresa pública Enusa aportan otra parte.
El resto del uranio procede en la actualidad "de países estables como Canadá o Australia". También de Níger. El precio del uranio va en aumento, pero su peso en el coste total es reducido.
Los grupos ecologistas y los partidos de izquierda tienen algunas réplicas para estos argumentos, más allá de la filosofía antinuclear. En materia de costes, tras el accidente de Chernóbil, la inversión en seguridad en las centrales, al menos en teoría, pone en cuestión los menores costes.
Argumentan además que la construcción de una central es muy costosa (véase cuadro) y también su desmantelamiento. Desmantelar Zorita, por ejemplo, se estima que tiene un coste de 136 millones de euros, menos que Vandellós I, estimado entre 180 y 240 millones de euros.
El dinero para ello sale de la factura (un 0,7% de la tarifa), explica Enresa, que gestiona los residuos y los desmantelamientos y que ha acumulado un fondo de 1.800 millones. El Gobierno ha cambiado las cosas y le ha pasado la pelota de los costes a la industria. Se calcula que tratar los residuos de todas las centrales costará 12.000 millones de euros hasta el año 2070.
En cuanto al suministro, recuerdan que este mismo año los problemas al unísono de Vandellós II, Ascó 2 y Cofrentes llegaron a reducir hace unos meses en un 27% la aportación de la energía nuclear al sistema eléctrico español.
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