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Reportaje:

A todo gas, pese a la subida de los carburantes

El alza de la gasolina no retrae su consumo y se disparan las ventas de coches y los viajes en avión

Ramón Muñoz

El precio del petróleo marca récords semana tras semana. En lo que va de año ha subido un 62%. Sectores profesionales como transportistas o agricultores han manifestado abiertamente su protesta por la repercusión que tiene ese alza, intentando arrancar compromisos de la Administración. Pero al consumidor de a pie parece no afectarle mucho la subida de los carburantes, que en lo que va de año se han apreciado un 22% en España.

Ninguno de los productos y servicios que dependen directamente de los carburantes parece verse afectado. El consumidor sigue llenando regularmente el depósito de su coche, no tiene reparo en renovar su automóvil y coge más aviones que nunca pese a los recargos por el alza del crudo que aplican las aerolíneas.

La gasolina sin plomo ha subido un 21% en lo que va de año; el gasóleo, un 15,5%
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El consumo de productos petrolíferos, lejos de disminuir, crece sostenidamente. En el último año (de mayo de 2004 a mayo de 2005) aumentó un 2,9%, según el Ministerio de Industria. Y la única reacción de los automovilistas ha sido cambiar su antiguo coche de gasolina por otro de gasóleo: el 68% de los coches que se matriculan son diésel y, mientras que el consumo de gasolina no deja de disminuir -en los últimos 12 meses cayó un 5%-, la demanda de gasóleo de automoción de dispara, y aumentó en un 6,3% en el mismo periodo. La escalada del precio de los carburantes tampoco parece desanimar a los consumidores a la hora de cambiar de coche. El mercado automovilístico español cerró los siete primeros meses del año con unas ventas de 972.712 unidades, un 1,6% más en relación al mismo periodo del ejercicio precedente, una marca histórica. Y todo indica que a final del ejercicio se alcanzará un récord de ventas al superar los 1.517.286 vendidos en 2004, según la patronal del sector (Anfac).

Tampoco desanima al consumidor el encarecimiento de los billetes o las recargas que aplican las aerolíneas por el aumento de los combustibles para elegir el avión en sus desplazamientos. En los primeros seis meses del año, el tráfico de pasajeros en los aeropuertos españoles creció un 8,3% y marcó una cifra histórica de 82,6 millones. Un aumento que se corresponde con el del consumo de queroseno, que creció un 11,2% en el último año.

Estos datos parecen corroborar que los consumidores son, al menos por ahora, inmunes a la subida de los carburantes. Pero Hacienda tiene una opinión muy distinta. El secretario de Estado de Hacienda, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, ha destacado que la causa de que la recaudación por el Impuesto de Hidrocarburos crezca muy por debajo de la media de los impuestos indirectos es que el consumo se está retrayendo ante el alza de los precios.

El Estado y las comunidades autónomas ingresaron 10.123 millones en 2004 por el Impuesto de Hidrocarburos, un 3% más que el año anterior. Pero en los seis primeros meses de este año, la recaudación sólo ha aumentado un 1,1%.

La subida de los carburantes es un buen negocio para las arcas públicas. Alrededor del 60% de lo que cuesta un litro de gasolina o de gasóleo son impuestos. Y pese a la subida de los carburantes, las comunidades autónomas no tienen ningún reparo en gravarlos con nuevos impuestos, como el céntimo sanitario, para financiar el déficit de la sanidad. Cuatro comunidades ya lo aplican -Madrid, Cataluña, Galicia y Asturias- y otras como Andalucía o Valencia están a punto de implantarlo.

Álvaro Mazarrasa, director general de la Asociación Española de Operadores de Productos Petrolíferos (AOP), tiene una visión distinta a la de las autoridades fiscales sobre el comportamiento del consumo. "No ha habido ninguna señal de que los altos precios de los carburantes hayan retraído el consumo, que ha crecido a un nivel similar que el resto de la economía. Y España no es un caso aislado. Lo mismo ocurre en Estados Unidos, donde el consumo de carburantes sigue aumentando pese al precio. Si ha caído el consumo de gasolina ha sido por la dieselización del parque automovilístico, no por el aumento de los precios".

El dirigente de la asociación de las petroleras no se atreve a pronosticar a partir de qué nivel de precios los consumidores comenzarán a cambiar de actitud, y recuerda que algunos de esos pronósticos ya han fallado. Y es que cuando, a comienzos de año, el petróleo estaba a 40 dólares, organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI) señalaron que subidas de 10 dólares restarían más de medio punto de crecimiento económico. Y nada de eso ha ocurrido. La economía española crece a un ritmo del 3,4%, según el avance del segundo trimestre de 2005, el mayor nivel en cuatro años, cuando el petróleo estaba a 20 dólares.

Lo cierto es que los automovilistas que circulan por las carreteras en este puente del 15 de agosto se van a encontrar con precios récord en las gasolineras. La gasolina sin plomo 95 ha subido un 21% en lo que va de año y su precio medio se sitúa en 1,020 euros. El coste de la súper aditivada (gasolina 97) se ha incrementado 18,6 céntimos, hasta los 1,109 euros, con un aumento del 20,15%. El precio medio del gasóleo ha subido menos -un 15,5%- y está en los 93,4 céntimos.

A favor de los que consideran que todavía hay margen para una mayor subida, juega el hecho de que si tomamos una serie más larga en el tiempo, la imagen del incremento es mucho menor. Desde enero de 2000, el precio de la gasolina sin plomo y el de la súper han aumentado un 30% y el del gasóleo, un 44%. Es decir, mucho más que la inflación, que aumentó un 18%, o los salarios, que crecieron un 20%. Mucho menos, en todo caso, de lo que lo ha hecho la vivienda, que ha aumentado un 150%.

Sea como fuere, el consumidor poco puede hacer para defenderse de las subidas de precios de los carburantes. Al margen de los dos principales componentes del precio -la cotización internacional del petróleo y los impuestos-, que le están vedados, tampoco en la comercialización parece que tenga mucha capacidad de elección.

Pese a las medidas aprobadas por los sucesivos gobiernos para fomentar la competencia, las diferencias de precios en las gasolineras tienen mucho más que ver con la región en que se encuentra la gasolinera que con la marca de la petrolera. No en vano, las principales compañías han sido investigadas por el Tribunal de Defensa de la Competencia y la Fiscalía Anticorrupción para ver si pactaban los precios.

Esa paz de precios está siendo aprovechada por las grandes superficies, que prometen rebajas de hasta dos euros por cada 60 litros. Tal vez por eso, durante 2004, el número de gasolineras en hipermercados se incrementó un 23,5%, mientras que el parque de las petroleras sólo creció un 1%, aunque todavía sólo 194 de las 8.687 estaciones de servicio están ubicadas en centros comerciales.

El chiste del automovilista al que no le importa que suba la gasolina porque siempre echa 30 euros puede ilustrar bastante el comportamiento del consumidor. Aunque puede que si sigue subiendo el petróleo, deje de tener gracia.

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Sobre la firma

Ramón Muñoz
Es periodista de la sección de Economía, especializado en Telecomunicaciones y Transporte. Ha desarrollado su carrera en varios medios como Europa Press, El Mundo y ahora EL PAÍS. Es también autor del libro 'España, destino Tercer Mundo'.

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