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Toledo trata de resolver su peor crisis como presidente de Perú

El jefe de Estado reajusta su Gabinete tras una cadena de dimisiones

El presidente de Perú, Alejandro Toledo, busca un primer ministro que pueda tener la aprobación mayoritaria del Congreso y así superar la peor crisis política desde que asumió la presidencia, en 2001. La crisis se desató a raíz del nombramiento de Fernando Olivera, uno de los políticos más impopulares del país, como titular de Exteriores. De inmediato, el primer ministro y varios compañeros de Gabinete presentaron su dimisión.

A finales del pasado mes de julio, Toledo había iniciado su último año de gestión con una aprobación de 20% de los congresistas, nivel bastante aceptable si se tiene en cuenta que en los últimos años apenas superaba el 10%. Todo hacía suponer que la transición hacia las elecciones legislativas de abril próximo se daría sin mayores sobresaltos. El panorama cambió radicalmente el pasado jueves.

Poco después de que el presidente nombrara a Olivera nuevo titular de Exteriores, el primer ministro, Carlos Ferrero, hizo pública su renuncia. Según las leyes peruanas, todos los ministros debían dimitir y esperar a ser ratificados o no por el nuevo primer ministro.

La gran pregunta ayer en Perú era si Toledo conocía o no la oposición de Ferrero y de otros ministros a la nominación de Olivera. Fuentes cercanas al designado ministro de Exteriores aseguraron que Ferrero nunca manifestó su rechazo a Olivera y que la resolución firmada por el propio Ferrero designándolo como ministro de Relaciones Exteriores es una prueba.

Fuentes cercanas al dimitido primer ministro sostienen, sin embargo, que Ferrero firmó el documento horas después del juramento del nuevo ministro, para evitar una crisis institucional grave que podría terminar con el propio Toledo.

Fernando Olivera, de 46 años, líder del Frente Independiente Moralizador (FIM), tampoco cuenta con el respaldo ciudadano. Según la última encuesta de la empresa Apoyo, la mayoría de los peruanos quiere que Olivera se retire del Gobierno por considerarlo una influencia negativa sobre el presidente. A la pregunta de si estarían de acuerdo con que Olivera fuera jefe de Gobierno, el 90% de los encuestados respondió negativamente.

De ahí el interés del nuevo ministro de Exteriores por entrar en el Gabinete. Era su última oportunidad de levantar su alicaída imagen. Para Olivera, su extrema impopularidad obedece a sus esfuerzos por haber ayudado a Toledo a salir de las situaciones de crisis durante los cuatro años de gestión. Olivera ha sido, en la práctica, el principal operador político del presidente.

Como ministro de Exteriores, el líder del FIM espera demostrar en dos meses y medio su capacidad de gestión y sacar adelante todos los proyectos que, aunque cuentan con financiación, siguen encarpetados. Con estos méritos, dicen sus colaboradores, asumiría el cargo de primer ministro en octubre sin mayores resistencias de sus opositores políticos, ya que esto significaría, además, su renuncia a ser candidato al Congreso en las elecciones de abril próximo.

Pero a Ferrero no le interesó jugar esa partida. Entre él y Olivera, considerados como los políticos más leales a Toledo, había varias cuentas pendientes. Algunas muy antiguas, otras no tanto. En noviembre de 2000, tras la caída de Alberto Fujimori, el Congreso debía elegir a un nuevo presidente, quien se convertiría en el presidente del Gobierno de transición. Ferrero estaba entre los candidatos, pero los votos de Olivera y de su partido, el FIM, fueron decisivos para que resultara elegido Valentín Paniagua.

Más recientemente, tuvieron un enfrentamiento público por la ordenanza del Gobierno regional de Cuzco, liderado por el miembro del FIM Fernando Cuaresma, sobre el cultivo de la hoja de coca. El jefe del Gabinete estuvo en total desacuerdo con dicha resolución que legalizaba el cultivo de la hoja de coca e hizo que el Gobierno presentara una demanda ante el Tribunal Constitucional contra dicha ordenanza.

Toledo busca desesperadamente ahora un nuevo jefe de Gobierno. Esa persona tendrá que tener las credenciales suficientes para lograr el voto de confianza que el Congreso debe otorgarle, de acuerdo con las leyes peruanas. El ministro de Economía, Pedro Pablo Kuczynski, es el candidato con mayor fuerza por contar con los votos necesarios.

Fernando Olivera (derecha), junto a Toledo y la esposa de éste, tras prestar juramento como ministro de Exteriores.
Fernando Olivera (derecha), junto a Toledo y la esposa de éste, tras prestar juramento como ministro de Exteriores.REUTERS

Un político impopular

Fernando Olivera, de 46 años, es uno de los políticos más impopulares de Perú por su carácter irascible. Ello, a pesar de que en el pasado llegó a obtener la más alta aprobación de sus pares en el Congreso y de que era considerado un símbolo de la lucha contra la corrupción.

Olivera inició su vida pública a principios de los ochenta como asistente del primer fiscal de la nación. A los 26 años fue elegido diputado por el conservador Partido Popular Cristiano (PPC). A los pocos meses formó su propio movimiento, el Frente Independiente Moralizador (FIM), que tenía como emblema una escoba para "limpiar la política". Un cómico famoso lo convirtió en su mejor personaje bautizándolo Popy, un payaso venezolano muy popular en Perú.

Entre 1985 y 1990, Olivera saltó a la fama tras convertirse en un ferviente perseguidor del ex presidente Alan García, a quien no cesó de acusar de corrupto, y también fue Olivera quien en septiembre de 2000 difundió el vídeo que provocó la caída del ex presidente Alberto Fujimori (1990-2000), también por corrupción.

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