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Crítica:JAZZ | Daniel Flors Group
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

(Con)fusión

Tras las querencias del guitarrista Martin Taylor por Django Reinhardt y Joe Pass y la demostración por La Porteña de la vitalidad y el humor del jazz clásico (lejos del estereotipo académico de la mayoría de grupos dixieland), se presentó el proyecto de este año del IVM y del Festival. Como se sabe, cada año encargan a un músico de jazz valenciano una propuesta original, de la que se graba un disco. Este año recayó en Daniel Flors (Sueca, 1966). El guitarrista y compositor la llama Atonally Yours. Es un intento de mezclar música clásica más o menos contemporánea y jazz-rock.

Flors proviene del mundo del rock, para pasar posteriormente por la escuela de jazz Berklee en Boston. No pertenece ni conoce la corriente principal del jazz. Tal vez por eso no frecuenta ninguna jam session. El ha bebido en la fusión de los setenta y ochenta, en Return To Forever, en Weather Report y, especialmente, en el Metheny más comercial. La melena, el atuendo, las poses en escena levantando las piernas, recuerdan ese modelo (y, también, a los guitarristas de rock). Pero, vayamos a la música. Como guitarrista, es bastante endeble y limitado técnicamente. En cuanto a sus preocupaciones por el Tratado de Armonía de Schonberg o por Mingus, no se vieron demasiado.

Daniel Flors Group

Daniel Flors (guitarra); Jesús Santandreu (saxo tenor); Moisés Bautista (piano, teclados); Cesar Giner (bajo eléctrico); Juanjo Ortí (batería); Luisa Domingo (arpa); Jaume Mingarro, Ana Martínez (violines); Isabel López (viola); Alicia Giner (violonchelo). V Festival Xàbia Jazz. martes, 9 de agosto 2005.

La idea de utilizar un cuarteto clásico de cuerda y un arpa está infrautilizada, a excepción de algún tutti y obbligato. Las introducciones no tenían nada que ver con lo que a continuación hacía su grupo. Sin embargo, esos fueron los momentos más logrados, con una escritura descarnada y de hiriente hermosura, que recordaba a Bartok. ¿Debería Flors dedicarse a la música clásica del siglo XX y dejarse de zarandajas? Pienso que por ahí sacaría más provecho a sus cualidades de compositor. Desde luego, el resto resultó insufrible y vulgar. A esa monotonía rítmica que suele tener la fusión se unía una escritura efectista y encorsetada, que anulaba cualquier espontaneidad y posibilidad de improvisación. Ni siquiera Jesús Santandreu, el único músico realmente de jazz allí presente, consiguió evadirse. El jazz siempre ha buscado un equilibrio entre escritura e improvisación. Aquí, el desequilibrio no es un desorden y un caos que den paso a hallazgos estructurales, como desearía Flors. Predomina la confusión entre los lenguajes, sin haber ninguna interacción entre ellos. Al menos los títulos, a la manera que hacen los conjuntos pop, son divertidos: Ací sonar l'efecte desordre, Patent pending o Estructura molecular inestable (inspirada por la película La Mosca de Carpenter). Magro consuelo para un proyecto de arenas movedizas.

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