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Un largo proceso de erosión de fachadas y ornamentos

El deterioro ahora atajado en el pórtico de la iglesia de San Jerónimo el Real es el resultado de un prolongado proceso de erosión que afecta también a numerosas otras zonas del templo, además de a su fachada a poniente. Es el caso de la arenización que afecta a la barandilla amojonada que contornea el perímetro exterior de la iglesia, sobre la calle de la Academia; discurre en declive a lo largo de esta vía hasta unos cuatro metros del suelo en su límite inferior, junto al cruce con la calle de Ruiz de Alarcón.

Los bornes de piedra caliza que jalonan este perímetro -más de una veintena y conectados por una verja de finos barrotes metálicos-, se encuentran profundamente pulverizados. Justo debajo de estos mojones de caliza desmenuzada suelen detenerse los autocares de excursionistas que visitan el Museo del Prado, con riesgo de que su abatimiento provoque desgracias personales cuando descienden de sus autobuses.

En varias ocasiones, vecinos y particulares han denunciado el estado de la barandilla, sin que hayan sido adoptadas medidas eficaces para conjurarla, como podría ser el vallado permanente de la zona inmediatamente inferior, donde siguen siendo estacionados autocares de excursionistas.

Pasamanos deteriorados

Del mismo modo, los pasamanos de la balaustrada que enmarca la escalera hacia la entrada principal al templo, ahora andamiada, así como la balaustrada misma, han sufrido un deterioro muy intenso. No obstante, los riesgos de desprendimiento de sus piezas se ven mitigados, ya que, bajo estos elementos, se encuentran dos jardincillos vedados al público por sendas verjas de hierro.

Igualmente, la mayor parte de las gárgolas que canalizaban el agua de lluvia hacia el pavimento junto a la fachada septentrional se encuentra casi al completo desfigurada por la erosión y, dada su altura, a unos 15-18 metros del suelo, constituyen un foco de riesgo por hallarse encima de un pabellón construido para albergar provisionalmente la sacristía durante las obras que se realizan en la fachada oriental, que mira a la calle de Moreto.

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Sobre esta fachada acaba de culminar la construcción de una nueva casa parroquial, proyectada simultáneamente a las obras de ampliación del Museo del Prado ideadas por Rafael Moneo, no bien aquéllas fueron realizadas por el arquitecto del Arzobispado, Francisco Jurado. A él se debe la rehabilitación de las dos torres neogóticas de San Jerónimo en una actuación culminada años atrás, pero el ritmo restaurador no ha atajado nunca la progresión de su deterioro en otras zonas del templo.

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