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Filmoteca de verano | GENTE
Columna
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'Instinto básico' y el hielo

Los expertos en etiquetas sostienen que Instinto básico es un thriller erótico. Thriller por la intriga y la investigación de una serie de asesinatos y erótico por la sudorosa actividad copulatoria de sus protagonistas, Sharon Stone y Michael Douglas. Ambos enseñan sus respectivas nalgas, espaldas y glándulas mamarias, pero sea cual sea la opción sexual del espectador se llega a la misma conclusión: las comparaciones son odiosas. La película se estrenó en 1992. Tras escandalizar a la censura, al clero y a parte de la militancia feminista y homosexual, consagró a Stone como la menos fría de las gélidas rubias a lo Hitchcock. La actriz interpreta a una escritora de best sellers demasiado sospechosa para ser culpable. A Douglas le cuesta admitirlo, quizá porque no controla las dependencias psicológicas de su personaje, un policía ex toxicómano con algunos muertos en el armario. Hasta entonces, Stone era relativamente conocida, sobre todo en España, donde había rodado una versión de Sangre y arena y empezado a labrarse una sólida reputación de borde. Pero no sólo en España tenía detractores. El extravagante productor Robert Evans manifestó así su enorme simpatía por Stone: "No volvería a trabajar con ella por nada del mundo. Preferiría fregar platos, recoger basura o limpiar cuartos de baño antes que soportar la tortura de volver a aguantarla en un rodaje. Muchas mujeres han hecho que mi corazón palpitara, pero ninguna antes que Sharon Stone me había llevado al borde del infarto".

Sin llevar ropa interior, la actriz se cruzó de piernas por exigencias de un guión escrito por Joe Eszterhas

La fama provoca extrañas reacciones, sobre todo si depende de un segundo de celuloide en el que, sin llevar ropa interior, la actriz se cruzó de piernas por exigencias de un guión escrito por Joe Eszterhas, uno de los mejor pagados de su gremio. Bastó este escandaloso gesto para que la cotización de la actriz en la bolsa de la fama se disparara y se multiplicaran las ofertas de proyectos con idénticos cruces de piernas. "La fama es un dinosaurio que vive contigo. Hay que alimentarlo, si no se enfada y puede matarte", dijo Stone una tarde de melancolía. Mientras su personaje asume la condición de sospechosa, destroza algunos corazones. A unos los seduce y a otros te hacen creer que los machaca con treinta y un golpes de punzón de hielo. Es importante recordar a la población que el punzón de hielo tiene otros usos además del asesinato sangriento y cinematográfico. Por ejemplo: reducir una masa de hielo en pequeños trozos que, introducidos en vasos llenos de bebida, refrescan su contenido. Este milagro no lo inventó Stone, aunque cuando golpea violentamente el hielo en una de las escenas provoca la siguiente pregunta de Douglas: "¿Tienes algo contra los cubitos de hielo?".

Pasados los años, la intriga de la película es lo de menos y se descubre un latente discurso sobre la física y la térmica. Hasta ahora sabíamos que la fusión de un cubito de agua solidificada provoca la absorción del calor y el enfriamiento del líquido en el que se sumerge. Instinto básico invirtió este proceso físico y consiguió justo lo contrario: cuando Sharon Stone se sumerge en según qué mentes propensas a la mitomanía, aumenta su temperatura. El hielo aplicado a las bebidas, en cambio, tiene una finalidad parecida a la que, según cuenta una enciclopedia que EL PAÍS editó hace unos años, se practicaba en tiempos de Alejandro Magno. De él se dice que hizo construir unas frigotrincheras para conservar el rancho de sus tropas y, de paso, los toneles de vino. No consta, en cambio, que el punzón de hielo formara parte de su armamento.

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