Dios o el bacilococo
Tres veces se le apareció Dios al adolescente Ángel González. "Al final resultó ser un bacilococo. Estuve convaleciente de tuberculosis varios años y fue entonces cuando me acerqué a la poesía. Necesitaba libros que no se consumieran en una primera lectura. Acabé sabiendo de memoria la Segunda antología de Juan Ramón Jiménez. Los versos se metieron dentro de mí y como un reflejo comencé a escribir", explicó el poeta.
Consejos -"las aliteraciones tienen que salir espontáneas"- y recuerdos de infancia -"pensé que en los republicanos habían entrado en Oviedo y gritaban "¡Viva Azaña!" cuando lo que en realidad decían las tropas nacionales era ¡Viva España!"- se mezclaron en la conversación que ayer mantuvo con Luis García Montero, en el curso de verano de la Universidad Complutense, Tiempo de respuestas.
Hubo espacio también para hablar acerca del compromiso político y de la poesía en tiempos de dictadura. El autor de Áspero mundo, bromeó al recordar su primer encuentro con los poetas de Barcelona en el que debido a su bigote -"yo quería parecerme a Clark Gable"- fue tomado por un policía franquista. "Vicente Alexandre me animó a visitarles. Fui a una reunión a casa de Carlos Barral. Hablaron en francés toda la tarde sobre temas políticos y yo guardé silencio porque no dominaba el idioma. Cuando volví al siguiente encuentro, Carlos me contó que había llamado a Alexandre porque pensaron que era policía". También habló Ángel González sobre el futuro: "Una vez conseguida la democracia, hay que luchar por más cosas".
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