Falsa posición

La entrevista de la presidenta de la Comunidad de Madrid con Rodríguez Zapatero sólo ha servido para exhibir las posiciones previas de cada una de las partes. Aguirre insiste en que el Gobierno le ha recortado 300 millones de la liquidación definitiva por el ejercicio fiscal de 2003, que las inversiones estatales en infraestructuras en la comunidad no son suficientes -en particular en embalses y en carreteras- y que los socialistas perjudican conscientemente a Madrid; el jefe del Gobierno mantiene que la liquidación fiscal es correcta -ofrece que el ministro de Economía explique a la presidenta los pormenores de la liquidación- y que la radial 3, de peaje, pueda extenderse hasta Tarancón (ahora termina en Arganda).

La posición reivindicativa de Esperanza Aguirre parece muy artificiosa. Si carece de argumentos más sólidos que la mera protesta destemplada debería evitar las acusaciones de que el Gobierno le ha recortado sin razón 237 millones de euros en la liquidación presupuestaria, porque los cálculos se realizan según pautas establecidas y operando sobre cifras bien conocidas por las administraciones públicas. La explicación ofrecida por el Gobierno es convincente. En 2003 se aplicó la reducción de impuestos tan querida por los ideólogos del PP y, en particular, por José María Aznar. No es de extrañar, pues, que esa rebaja tuviera malas consecuencias para la Comunidad de Madrid si se tiene en cuenta que es una zona en la que las rentas altas tienen un peso superior al de otras comunidades.

La estrategia de enfrentamiento con el Gobierno elegida por Aguirre carece de motivos económicos reales. Da la impresión de que la presidenta autónoma entiende que debe igualar el nivel de reivindicación de otras comunidades, bien porque entienda que los madrileños se lo exigen o bien porque se lo exige su partido. En cualquier caso, es una política equivocada. La Comunidad de Madrid tiene recursos económicos y peso político suficiente para disfrutar de una sólida posición negociadora con el Gobierno central, sin necesidad de recurrir a enfrentamientos forzados y reclamaciones extemporáneas.