La cultura de la verdura
La familia Cui vive en Weitaiwu, una aldea a 96 kilómetros de Pekín. Cultivan sus verduras; tienen ovejas y gallinas, y prácticamente se autoabastecen. Semanalmente gastan en comida 46,57 euros para seis personas, una economía de guerra entre el trueque y el aprovechamiento.
En la caminata de un kilómetro escaso desde su casa al maizal, Cui Lianyou saluda a los vecinos con los que se encuentra a lo largo de la única carretera de cemento de Weitaiwu, una aldea rural a 96 kilómetros al este de Pekín. Dobla por un pequeño sendero, pasa por delante de la nueva fábrica de fertilizantes, entra en su maizal densamente plantado -ahora alto y con mazorcas regordetas que pronto estarán listas para la recolección- y muestra su sorpresa porque el maíz del vecino esté igual de alto que el suyo. "No plantaron hasta seis o siete días después que yo", dice.
El abuelo Cui cultiva también cebada, trigo, soja y cacahuetes, según la época del año. El Gobierno asignó recientemente medio mu de tierra a cada uno de los seis miembros de la familia Cui, en total tres mu (poco más de 2.000 metros cuadrados). La propiedad privada de la tierra sigue siendo un concepto ajeno a China, aunque el Gobierno empieza a darse cuenta de que sus ciudadanos podrían invertir más en mejorar la tierra si los uniera a ella algo más que unos tenues lazos. A los Cui y sus paisanos del pueblo se les asignaba más tierra en otros tiempos, pero ahora, grandes huertos de melocotones cubren el área que el abuelo Cui y sus vecinos solían cultivar colectivamente. El gobierno local se beneficia económicamente, y algo de este dinero revierte en obras públicas. Hace sólo cinco años, todas las carreteras cercanas al hogar de los Cui eran de tierra, y ahora eso ya no es así.
La abuela Cui, Wu Xianglian, y su nuera Li Jinxian cultivan tomates, repollos, calabazas y pepinos en el huerto del patio, y uvas en un emparrado, pero a pesar de las parcelas de tierra de la familia, sólo consiguen cosechar aproximadamente el 10% de lo que necesitan para comer todo el año. El resto se compra con el dinero que gana el marido de Li Jinxian, Cui Haiwang, que se dedica a reparar máquinas impresoras en Pekín. Él habría preferido quedarse con su familia en el pueblo, pero allí no hay empleos con los que pueda ganar lo suficiente para mantenerlos. Viene a casa los fines de semana. Li Jinxian trabaja a veces en una fábrica cercana que hace ropa para Japón y Estados Unidos. Le pagan 20 yuanes (dos euros) por una jornada laboral de 10 horas.
La familia Cui se considera pobre en comparación con el resto del pueblo, pero a pesar de ello goza de algunos lujos -un televisor, un reproductor de música estéreo y un teléfono-, y en los dos últimos años han podido hacer reformas en su vivienda. Los Cui, como la mayor parte de la población de China, no tiran nada a la basura. Del maíz, por ejemplo, se utiliza todo. Con la farfolla alimentan a las tres ovejas de su establo, y con las hojas, la abuela Cui teje unos rústicos cojines. Las gallinas que crían se las comerán en la celebración del Año Nuevo chino, o antes, si dejan de poner huevos. Pero no crían cerdos. El abuelo Cui dice: "Los cerdos son muy caros porque necesitan sobras y grano, no sólo restos de la huerta". Ellos no tienen sobras, excepto las que le dan a Blanquito, el gato que dormita cerca del dormitorio que su nieto de seis años, Cui Yuqi, comparte con sus padres.
Los Cui canjean una porción de su cosecha de cacahuetes por aceite de cacahuete, y llevan su trigo a un fabricante de fideos del pueblo, que a cambio les da fideos. Les cuesta 50 kilos de trigo y cinco yuanes (50 céntimos de euro) conseguir 44 kilos de fideos.
Wu Xianglian cosechó los últimos tomates esta mañana y los está picando para el almuerzo de su familia. Prepara lao bing, una masa de harina de trigo que se separa en láminas y se hincha cuando se fríe en aceite de cacahuete caliente, y sofríe bok choy (col china) tierna. Su nuera Li Jinxian hace arroz blanco y baozi, bollos rellenos de carne de cerdo y verduras y cocidos al vapor. La abuela Wu pone los palillos en la mesa y cuatro generaciones de la familia se sientan a comer, menos Cui Yuqi, que dice que no tiene hambre. "No le gustan las verduras", dice su abuela.
Las verduras tienen en China suma importancia, por eso Wu Xianglian considera la negativa del niño a comerlas como un disparo de advertencia lanzado al aire de la cultura china. Su madre le persuade para que vaya a la mesa, y el chico decide que, pensándolo bien, sí tiene hambre. Alarga la mano hacia el pollo ahumado y su abuela le ofrece col.
30 g. de cebolla picada, 30 g. de jengibre picado grueso, 1 cucharada de café de cinco especias asiáticas en polvo, sal al gusto, 1 kg. de cordero picado, 1 huevo, 6 tazas de agua, 55 g de cilantro (también llamado perejil chino) cortado en trozos de 1 cm, 1 cucharada de café de caldo de pollo en polvo, 1 cucharada de café de pimienta blanca, aceite de sésamo y vinagre al gusto. |
Mezclar, usando los palillos, la cebolla picada, el jengibre, el polvo de cinco especias y la sal con el cordero; añadir después el huevo y amasar hasta que los ingredientes estén perfectamente mezclados. Poner agua a hervir. Hacer albóndigas de 2,5 centímetros con la mezcla de cordero y ponerlas en el agua hirviendo (mantener las albóndigas tan separadas como sea posible para que no se peguen unas con otras). Bajar el fuego y cocer a fuego lento durante 15 minutos. Añadir el cilantro, el concentrado de caldo de pollo, pimienta blanca, aceite de sésamo y vinagre. Mezclar y servir. |
China rural
Población rural (personas / viviendas): 800.000.000 / 245.000.000. Población de la aldea de Weitaiwu: 450 (estimada). Trabajadores agrícolas en China: 50%. Población con acceso a agua con garantías sanitarias en áreas rurales / urbanas: 68% / 92%. Con acceso a alcantarillado con garantías sanitarias en áreas rurales / urbanas: 29% / 69%. Proporción de población rural con sobrepeso con respecto a la urbana: 1:2,3. Ingresos medios por persona, rurales / urbanos (en euros): 353 / 834. Número de neveras por cada 100 familias (rurales / urbanas): 12 / 80. Usuarios de Internet en las áreas rurales con respecto a las urbanas: 1:100.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.