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Incertidumbre para la base orbital

La NASA carece de naves tripuladas alternativas a los transbordadores y no espera tenerlas hasta, como muy pronto, dentro de cinco años. Por tanto, la vuelta al dique seco de estos complejos y antiguos vehículos espaciales supone un serio revés para sus planes. Pero no sólo afecta a la NASA, ya que de los transbordadores dependen la Estación Espacial Internacional (ISS) -cuyo montaje en órbita necesita de estos vehículos- y los planes de los otros socios del programa: Europa, Japón, Rusia y Canadá.

Durante los dos años y medio que la flota de la NASA ha permanecido en tierra, la construcción de la ISS ha quedado paralizada. Las tripulaciones permanentes, reducidas a dos astronautas, han tenido que ir y venir en las cápsulas rusas Soyuz, con las que en principio se contaba casi exclusivamente como botes salvavidas allí atracados para garantizar la evacuación de los astronautas en caso de emergencia.

Los endémicos problemas económicos del programa espacial ruso y la imposibilidad de EE UU de pagar directamente a Rusia por el transporte espacial, sin permiso parlamentario, ha supuesto un constante tira y afloja en este acuerdo transitorio de viajes a la ISS en los vehículos rusos. La situación ahora, con un aplazamiento indefinido de los vuelos de la NASA, se complica.

La inquietud por la suspensión de los vuelos afecta de lleno también a la Agencia Europea del Espacio (ESA). Uno de sus astronautas, Thomas Reiter, forma parte de la próxima tripulación permanente de la ISS, a la que estaba previsto que fuera en septiembre a bordo del próximo transbordador, el Atlantis.

Pero además, la ESA tiene casi listo su módulo Columbus, que debe llegar a la estación en un transbordador, y una nueva nave de carga, ATV, cuyo estreno depende del futuro de la ISS. Igualmente afectado resulta el programa japonés.

Los transbordadores son naves desarrolladas en los años setenta, que empezaron a volar en los ochenta. Pese a las modificaciones que han sufrido, son vehículos ya anticuados y que nunca han cumplido los objetivos para los que se crearon: un medio de transporte rutinario, barato y seguro de los astronautas. El plan ahora es sustituir estas naves en 2010 por unas nuevas, que aún están en fase de diseño.

Otro programa espacial seriamente afectado por la inmovilización de los transbordadores es el del telescopio espacial Hubble, cuya imprescindible misión de servicio, que había sido cancelada por el anterior director de la NASA, quedó condicionada por el nuevo director, Michael Griffin al resultado del plan de retorno al espacio de los transbordadores.

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