EE UU aprueba el libre comercio con Centroamérica
Bush defiende el TLC como fórmula para frenar las críticas a Washington
La Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó pasada la medianoche del miércoles, por un ajustado margen de sólo dos votos, el Tratado de Libre Comercio (TLC, CAFTA en sus siglas en inglés) entre EE UU, América Central y República Dominicana. El presidente George W. Bush insistió en que el acuerdo significará para Estados Unidos grandes dividendos en "seguridad, estabilidad y libertad para Occidente".
Bush ha hecho de la aprobación in extremis del acuerdo una lucha casi personal y supone una gran victoria para su Administración a pesar de haber tenido que vencer las críticas y la oposición de quienes consideraban que el tratado perjudicará a los trabajadores estadounidenses.
"El TLC ayuda a asegurar que el libre comercio sea un comercio justo", señaló el presidente en un comunicado emitido tras la votación. El acuerdo prevé eliminar las tarifas y otras barreras comerciales entre EE UU, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y la República Dominicana. El Senado de EE UU ya había aprobado el TLC el pasado mes por 54 votos a favor y 45 en contra. Ahora, tras la aprobación en la Cámara, sólo falta la firma de Bush para que quede ratificado. El sí del Congreso implica que el acuerdo entrará en vigor el próximo 1 de enero.
El Tratado, ratificado en la madrugada del jueves en una muy tensa sesión del Capitolio, pone fin a meses de incertidumbre en los que los líderes republicanos han retrasado una y otra vez la votación al carecer de los apoyos suficientes en la Cámara de Representantes. El debate duró más de dos horas y media y la votación, que debía haber durado 15 minutos, fue alargada durante otros 47, entre críticas y quejas de quienes se oponían a la ratificación. Finalmente, el acuerdo quedaba aprobado por 217 votos contra 215. Quince demócratas de los 202 que forman la Cámara dieron luz verde al acuerdo. Veintisiete republicanos de un total de 232 dieron la espalda a su partido y votaron en contra.
Los demócratas argumentan que el acuerdo no protege los derechos de los trabajadores en la región y que agravará la tendencia de las empresas de EE UU a trasladarse a países donde la mano de obra es más barata. Para los republicanos, su aprobación era crucial, ya que fomenta el crecimiento en América Central, aumenta las exportaciones estadounidenses (15.000 millones de dólares cada año) y reduce la inmigración a EE UU. Algún senador republicano fue más allá y certificó que el rechazo del Tratado pondría a la región "en las garras de Hugo Chávez [presidente de Venezuela] y de Fidel Castro".
El acuerdo era una prioridad en la agenda económica del presidente. Quizá por eso Bush hizo acto de presencia en medio de la noche para torcer el brazo a los últimos indecisos. Fue durante esta visita cuando el presidente hizo notar "las implicaciones estratégicas y de seguridad nacional del acuerdo". En opinión de Bush, era más que necesaria la aprobación del TLC para frenar las críticas a Estados Unidos y lograr un acercamiento con los países de Latinoamérica.
Una de las preocupaciones que, en cambio, ha sacado a la luz el acuerdo es su repercusión en el incremento de las importaciones de China a EE UU y la deslocalización de puestos de trabajo en Asia.
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