Intensos
No es jazz, ni música tradicional. ¿O sí? Música folk de vanguardia, la bautizó su ideólogo en un intento por derribar fronteras psicológicas. Arto Tunçboyaciyan, con boina y apellido trabalenguas, es el capitán de una estimulante y colorista agrupación, la Armenian Navy Band, en un país rodeado de tierra.
Estuvo comedido en el uso de cachivaches para percutir. Por no tocar, ni cacerolas, ni cajitas de música, tocó esta vez. Sí sopló con arte en una botella, como se le oye hacer casi a diario en la SER. Y cuando canta, sin las facultades de otros, pero más alma que muchos, Arto puede llegar a emocionar.
No estaba incluido en la programación específicamente dedicada a Turquía, pero podría haberlo estado. Nació armenio en Anatolia, en tiempos -tiene 48 años- en que lo mejor era no significarse como tal. Los apellidos se recortaban: quedó en Tunç, igual que su hermano mayor, cuyo nombre lleva impreso en la camiseta: Onno, fallecido en accidente de avión, y unido a Sezen Aksu, la diva turca que se presentó días atrás en La Mar de Músicas.
En primera línea, batería, bajo, teclados y percusión; detrás, instrumentos tradicionales -kemanché (violín), quanun (salterio), zurna (oboe) y panderos-; a un costado, saxos soprano y tenor, saxo alto, trompeta y trombón. Con esos mimbres fabrica una música de ecos orientales y dinámica de big band.
Arto dijo de Josef Zawinul que había abierto muchas puertas. El autor de In a silent way escribió con Wayne Shorter una de las historias más influyentes de las músicas improvisadas: Weather Report. Y, con sólo 73 años, no parece dispuesto a que le jubilen. Se rodea de teclados y de músicos que podrían ser sus hijos o incluso sus nietos. Los observa con los reflejos aguzados. Mejor no bajar la guardia porque el abuelo no perdona: directo a la mandíbula, que por algo se entrena con un preparador de boxeo.
Riqueza de texturas
Con andares de horticultor y su gorrito moruno, tal como le describió Federico González, desarrolla una música densa como el humo en el foco de un incendio. Rica en texturas y sorpresas. Con un concepto rítmico apabullante, de una vitalidad a prueba de depresiones, y ese sentido del espacio de los más grandes. En su familia itinerante lleva de nuevo a Arto, y a un batería argelino, un vocalista y percusionista marroquí, guitarrista brasileño, bajista de Mauricio y a la elegante Sabine Kabongo, ex Zap Mama, que desgarra Come sunday, la plegaria de Ellington.
Auténtica música global. Al final, los 18 músicos compartieron el escenario. Los festivales suelen limitarse a una mera sucesión de conciertos. Está bien saltarse el guión como lo han hecho La Mar de Músicas y Pirineos Sur -donde se presentan hoy el Zawinul Syndicate y la Armenian Navy Band- para producir conjuntamente un evento único.
Babelia
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