EE UU y Europa celebran un cambio de rumbo que los mercados valoran como un gesto simbólico
El paso dado por China hacia un tipo de cambio más flexible de su divisa tendrá un impacto más político que real en Estados Unidos. Washington canta victoria mientras en Wall Street se considera el salto como "simbólico". El movimiento chino fue calificado como brillante por algunos gestores de fondos en Nueva York y Washington, aunque reconocen que es una revaluación limitada. "La realidad no cambia a corto plazo", remachan los analistas.
El presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, fue muy prudente al referirse a esta cuestión en su intervención de ayer ante el Senado y dijo que debe estudiar el detalle de la decisión del banco central chino, aunque afirmó que va "en el mejor interés" de la economía de ese país y de la estabilidad del sistema financiero mundial. John Snow, secretario del Tesoro, también fue breve en su reacción, al limitarse a dar la bienvenida a este cambio.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) utilizó los mismos términos y dijo que el cambio dará a China mayor "margen de maniobra para su independencia monetaria y para mejorar su gestión de la economía". Los importadores estadounidenses de productos textiles expresaron su satisfacción ante una medida que, previsiblemente, aliviará la presión que diversos congresistas venían ejerciendo a favor de la imposición de aranceles -de hasta el 27,5%- a las entradas de mercancías chinas.
Desde Europa también se aplaudió la decisión. El ministro de Finanzas alemán, Hans Eichel, señaló que el país asiático cumple así una exigencia de los ministros de Finanzas y banqueros centrales del G-7. "Cuanto más alto sea el tipo de cambio, mayor será el poder adquisitivo interno [chino], lo que suele impulsar las importaciones. La economía alemana debería beneficiarse", añadió. El viceministro italiano de Comercio, Adolfo Urso, celebró la revaluación del yuan como "un excelente signo que permitirá a la producción italiana volver a respirar". El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet, dio la "bienvenida" a la iniciativa y expresó su deseo de que "la gestión del nuevo régimen de tipos de cambio contribuya a la estabilidad financiera global".
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