Mónaco descubre la originalidad y riqueza de 6.000 años de arte africano
La exposición llega hasta la actualidad con un recorrido por las propuestas contemporáneas
El Forum Grimaldi de Mónaco celebra el quinto aniversario de su existencia con una gran exposición veraniega, que estará abierta hasta el 4 de septiembre, dedicada a presentar 6.000 años de historia de arte africano. La exposición coincide en el tiempo con iniciativas parecidas en París, Nueva York, Lisboa, Londres o algunas ciudades alemanas, lo que muestra el interés por volver a poner en el centro de la actualidad el continente olvidado, África, desde siempre visto con ojos de depredador occidental. La muestra se exhibe en dos grandes apartados que ocupan 4.000 metros cuadrados.
Artes de África. De las artes tradicionales al arte contemporáneo es una exposición concebida por dos grandes especialistas, el italiano Ezio Bassani y el francés André Magnin. El primero se ocupa, desde 1973, del catálogo exhaustivo del arte africano presente en los museos transalpinos, de la cátedra de la especialidad en la florentina Università Internatinale dell'Arte o de participar en el comité científico que aconseja las líneas maestras del futuro museo parisino dedicado a las artes primeras. Magnin se hizo célebre dentro del mundo del arte en 1989, cuando en el Centre Georges Pompidou y en el gran espacio recuperado a los mataderos del barrio parisino de la Villette, se presentó la exposición Magiciens de la Terre, concebida por Magnin y Jean-Hubert Martin y en la que, por primera vez, se presentaban en pie de igualdad creaciones contemporáneas occidentales con otras procedentes de África, Asia o Oceanía.
"Ignoramos las dos terceras partes de la cultura de la humanidad", sentencia Magnin, al tiempo que nos recuerda que no le interesa "el arte africano en tanto que africano sino en tanto que arte". "Nadie dice de Christian Boltanski que sea un autodidacta. No veo por qué razón eso debiera ser subrayado en la trayectoria de Mahlangu o Lilanga".
Dos grandes espacios
Los 4.000 metros cuadrados que el Forum Grimaldi destina al arte africano han sido divididos en dos espacios. Uno, bajo la responsabilidad de Bassani, arranca con obras de 4.000 años antes del nacimiento de Jesucristo, con figuras procedentes de la Nubia africana, no ligada a la civilización egipcia, para luego pasar a la actual Nigeria, a las prodigiosas terracotas de la civilización nok para luego descubrir el talento de los artesanos de otras culturas, la igbo ukwu, la ife, los bajorrelieves del actual Benin, las cabezas de piel estriada de los owo, las tallas de los dogon que tanto han influido a Miquel Barceló pero también obras de los mbembe o los lobi.
Bassani ha querido también que existiese una subsección dedicada a un material, el marfil, que determina por su forma y calidad una serie de objetos en los que se manifiesta el virtuosismo escultórico, u otras reunidas a partir de criterios estéticos de "importación", como puede ser el hablar de "cubismo", "surrealismo" o de "realismo". Para Bassani, "el criterio estético es sólo uno entre los muchos posibles y necesarios. No creo que sea el mejor para comprender el arte africano. En Occidente, al menos hasta finales del XVIII, el conocimiento de la religión es básico para comprender el arte, pero en África hay miles de religiones distintas. Ante una máscara, por ejemplo, es inevitable preguntarse '¿para qué sirve?' Y la respuesta es que su funcionalidad cambia, que no es la misma según el lugar o la época. Y todo eso hay que saberlo".
La parte contemporánea va acompañada de 20 obras de artistas europeos influidos por su descubrimiento del arte africano. Se muestran obras de Picasso, Derain, Matisse, Brancusi, Kirchner, Nolde o Epstein. Por una vez, la relación entre continentes no va en una única dirección, la de imponer unos criterios "superiores", y se hace evidente hasta qué punto la noción de "progreso" está fuera de lugar aplicada al arte. Magnin ha dividido el grueso de las obras, procedentes de la gran colección de Jean Pigozzi, en tres apartados: territorio, frontera y mundo, según sea una creación muy enraizada a la realidad del país -Cyprien Tokoudagba, Efiambelo, Seni Awa Camara, Esther Mahlango, Gedewon o Georges Lilanga-; a caballo de la tradición de la tribu y la influencia de un mundo occidental reciclado -Zinsou, Calixte Dakpogan, Moke o Samuel Kane Kwei- o se trate de artistas bien adaptados a la mundialización, sin que eso les lleve a dejar de ser típicamente africanos, como les sucede a Abu Bakarr Mansaray, Bodys Isek Kingelez, Fréderic Bruly Bouabre, Cheri Samba, Romuald Hazoume, Georges Bester o Rigobert Nimi. Magnin también ha querido que hubiese un apartado dedicado a la fotografía africana, a enseñarnos cómo cambia la mirada cuando la cotidianidad ocupa la plaza del exotismo.
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