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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Del más acá

Luis García Jambrina (Zamora, 1960) es profesor universitario y, cómo manda la costumbre universitaria anglosajona, tiene un vicio no demasiado reprobable: escribe cuentos de muertos. En 1995, Jambrina publicó en Valdemar Oposiciones a la Morgue y otros ajustes de cuentas, y ahora, sin encomendarse ni a Dios ni, supongo, al diablo (lo digo por los 666 ejemplares de la edición de El Gaviero -www.elgaviero.com-), nos da otro puñado de historias -algunas muy literarias- en las que el hilo común son muertos o desaparecidos, que van y vienen, que andan por allá y por acá con toda naturalidad. Son unos relatos en los que se ve el oficio de quien es profesor y no, forzosamente, un creador; es decir, son historias correctas, que se benefician de una tradición de género, que no tienen un exceso de originalidad, aunque el resultado -que lo es- sea bueno. Me gusta mucho el relato del profesor que va a hacer un "bolo" a Toledo y se encuentra con una ciudad subterránea (homenaje acaso al Carrere de La torre de los 7 jorobados, hecha película por Neville, aunque esa ciudad subte estuviera en la judería y en la morería madrileñas; los "misterios de Toledo" están en la película onírica de Saura sobre Lorca, Buñuel y cuadrilla), y de paso contribuye a poner orden en la autoría del Quijote, como también explica quién fue el verdadero autor del Lazarillo (y es éste un excelente relato). Jambrina no siempre se inspira en el manuscrito encontrado, sabe también llenar con elementos fantásticos la ilusión de un niño que ha perdido a su madre, en una historia de pocas páginas, previsible, pero que guarda un as en la manga: una llamada telefónica respondida. Es muy visual el cuento de los muertos vivientes, ese macabro overbooking. Acierta con ese fragmento de intrahistoria tan unamuniana: esa mujer que sigue a don Miguel el último día de su vida, que es el último de 1936, y a quien, ya mayor, conoce antes de morir el profesor Jambrina, aunque lo del azúcar tenga que ver con su vocación literaria.

MUERTOS S. A.

Luis García Jambrina

El Gaviero. Almería, 2005

110 páginas. 12 euros

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