Chasco desmoralizante
Soy la presidenta de una junta de vecinos que viven en un edificio de seis plantas y hemos decidido utilizar los paneles solares subvencionados para economizar energía, de forma que me he comprado un libro sobre energía solar y, después de analizarlo a fondo y consultar a los técnicos instaladores, saco las siguientes conclusiones:
1. Los vecinos utilizan la azotea para la instalación de parabólicas, antenas y secado de ropa, así que con la superficie útil de azotea restante me dicen que sólo puedo abastecer de energía a los dos últimos pisos, ya que carecemos de jardín para instalar los restantes paneles.
2. Está claro que la energía solar sólo es útil para los chalés unifamiliares o fincas agrícolas, ya que precisan también de grandes superficies donde instalar acumuladores de calor y, dados los precios de los garajes, la solución parece inviable económicamente hablando, ya que al coste de la instalación solar hay que añadir el coste de la superficie sustentante y la amortización de dicha instalación de 10 a 15 años más el mantenimiento, que resulta cara por la facilidad con la que se ensucian las fotovoltaicas con polvo, lo que reduce su efectividad.
3. En la letra pequeña se descubren nuevos inconvenientes, como el fuerte empuje del viento sobre los paneles y los costosos anclajes para evitar grietas y goteras.
4. Los acumuladores consisten en pesadas baterías y líquidos contaminantes con compuestos de plomo que no pueden ser soportados por instalaciones poco resistentes. Además, me obligan a una doble instalación de conductos eléctricos.
Si cada panel es de tres metros cuadrados y ocupa idéntica superficie edificada (500.000 pesetas por metro cuadrado por tres), el coste se dispara hasta el punto de que sólo sea rentable en regiones agrícolas o en el espacio, lo cual es también bastante importante.
La letra pequeña siempre me produce chascos desmoralizantes.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.