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El ex policía de Palma queda en libertad y niega que matara a su novia y las hijas de ésta

La investigación apunta a que la madre acabó con la vida de las menores y se suicidó

El policía nacional retirado Pablo Riquelme, de 58 años, detenido el viernes pasado en Palma de Mallorca como único sospechoso de ser el presunto autor de la muerte a tiros de su novia, Ligia García Darimón, y de las dos hijas de ésta, de ocho y diez años, fue puesto en libertad ayer por la tarde, tras permanecer poco más de 24 horas en los calabozos de la comisaría y negar repetidamente su autoría. Los investigadores de la brigada de Homicidios y balística asumen como probable la hipótesis de que la madre podría haber matado a las menores y que se quitó la vida.

Una carta en el ordenador y un escrito de la mujer hallados en el domicilio, redundarían en la línea de la investigación. Riquelme clamó por su inocencia y negó con insistencia ser responsable del crimen.

La investigación policial y el sumario judicial, no obstante, no están cerrados. Siguen pendientes de que se realicen más pruebas y de la declaración del principal testigo. Ligia habría usado una pistola propiedad del policía jubilado, con quien convivió en Palma junto a sus hijas a lo largo de los últimos cuatro años. El arma de fuego se halló junto al cadáver de la mujer, en cuyo pecho reposaba un almohadón agujereado por tres balazos.

Los informes de las autopsias y los análisis de los especialistas de policía científica apuntaron ayer datos que definían el suceso ajeno a la violencia doméstica. Éste era el argumento del relato inicial aportado por el agente policial jubilado nada más descubrir los tres cuerpos, en tres habitaciones distintas y con un tiro en el pecho cada uno. La policía cuestionó su versión, las dudas afloraron también en el examen del forense y en las observaciones del juez de guardia.

Fogonazos

La almohada usada como silenciador tenía el rastro de tres fogonazos. Los analistas observaron elementos de sospecha en la disposición del cadáver de Ligia, en el hecho de que un suicida usase el almohadón para separar el arma al dispararse junto al corazón y, además, vieron contradicciones en el horario ofrecido por el ex policía en las horas cercanas a las muertes.

En la comisaría, ayer a mediodía, se calculaba que las indagaciones serían largas y complejas hasta aportar pruebas concluyentes. Horas después el asunto dio un giro, salieron las cartas, se verificaron las rutas y las últimas horas de las fallecidas y del sospechoso, y éste salió a la calle, una decisión adoptada tras consultar con el juzgado del caso.

Pablo Riquelme fue detenido y esposado, a las tres de la tarde del viernes, en el mismo lugar de los hechos por sus ex compañeros del grupo de Homicidios, tras alertar del descubrimiento de la mujer y las menores muertas. Era un hombre roto y desconsolado y mantuvo su alegato exculpatorio y de inocencia. Nombró abogado y afrontó las sospechas con entereza. Hombre de negocios -es propietario de un taller mecánico desde antes de dejar la Policía como prejubilado-, fue dirigente del Sindicato Unificado, agente de patrulla y delegado liberado en los despachos.

Ligia García, de unos cuarenta años, nacida en la República Dominicana y nacionalizada española, mantenía una relación estable con el ex subinspector; con sus dos hijas Carolina y Samantha compartía desde hace un mes un nuevo domicilio.

Riquelme salió a la calle en libertad a las cinco de la tarde de ayer y mostró serenidad y gran pesar por la muerte de su novia y las hijas de ésta. Vindicó su inocencia ante los periodistas. No tuvo privilegios corporativos mientras permaneció detenido en las dependencias policiales.

Está divorciado y tiene cinco hijos de sus dos matrimonios sucesivos; dos hijas menores -recién llegadas de Murcia donde residen con su madre- pasaban esta semana sus vacaciones con él en Palma.

La policía contrastó el relato horario del ex sospechoso detenido con los datos que aportaron sus dos hijas. El funcionario jubilado visitó con las dos niñas a las antiguas conocidas del barrio, donde está su vivienda y posee el taller de automóviles. Los vecinos del piso que fue escenario del crimen explicaron que no oyeron los disparos, que según el forense pudieron suceder a mediodía del jueves, 24 horas antes del descubrimiento de los cuerpos.

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