¿Madrid 2016 o Madrid 2020?
Muchos miembros del COI creen que sería un error no aprovechar a corto plazo el tirón actual
"Es una prueba cruel porque sólo hay una medalla de oro", dijo el presidente del COI, Jacques Rogge, tras firmar el pasado miércoles con el ganador de 2012, Londres, el jugoso contrato por el que el máximo organismo olímpico presta -le pasa los deberes y mantiene los derechos- sus Juegos a la candidata británica para que le haga el trabajo durante siete años. Claro que también es una bicoca para el organizador, que se queda con un cheque multimillonario en la mano, la mitad de los gastos pagados, para arreglar o cambiar su ciudad y ser un punto de referencia mundial. Por algo el mismo Rogge, aunque ningún consuelo vale en las derrotas, animó a los perdedores, incluido Madrid, a volver a presentarse. ¿Cuándo? Es la pregunta obligada. ¿Inmediatamente o no? El mensaje que llega desde los miembros del propio foro en el que rozó la victoria es que la capital española no debería esperar. Aunque parezcan mucho cuatro años, hasta que se elija la sede de 2016, el resultado que ha obtenido contra dos gigantes, Londres y París, ha sido tan bueno que no es desechable repetir ya en opinión de la mayoría. Más bien, sería un despilfarro dejarlo ir a corto plazo.
La fuerza de la capital española podría superar el escollo de la rotación entre continentes
Muchos miembros consultados por este periódico no sólo valoraron el magnífico papel de Madrid, sino que también opinaron que su fuerza está por encima de las rotaciones históricas de los escenarios por continentes. Mario Pescante, italiano, defendió ayer que el COI debe reflexionar para que los Juegos puedan ir a África o Suramérica, lo que quitaría a Madrid los votos hispanos, el único gran problema, pero admitió que hacer un periplo fijo, como la FIFA con el fútbol, es imposible. Lo que se quiere es calidad y peso, garantías y no riesgos. También lo dijo Rogge: "Luchamos contra el gigantismo, pero la prioridad del COI es que los Juegos sean seguros y salgan adelante". Y Madrid ha ofrecido ambos aspectos al máximo.
Algunos miembros también creen que es difícil mantener un proyecto tan bueno si se aplaza ocho años el nuevo intento no sólo porque se olvida, sino también porque, urbanísticamente, sin el apoyo de los Juegos, sería casi imposible sostenerlo. Y esa base sólida ha sido el apoyo fundamental para la gran venta del producto que ha hecho Juan Antonio Samaranch, el presidente honorífico. Él ha sido la clave de la mayoría de los votos conseguidos por Madrid y quizá no podrá trabajar igual que ahora para 2016, pero mucho menos para 2020.
De calidad fueron los 32 votos alcanzados en la segunda ronda, cifra sólo superada por los ganadores de las tres elecciones anteriores, Sidney 2000, Atenas 2004 y Pekín 2008 -la capital china, también en 2000, en su lucha contra la ciudad australiana-. No es, pues, un guarismo que olvidar rápidamente aunque después no se lograran los sufragios de Nueva York. Pasó lo que se temía en la peligrosa tercera vuelta al faltar más poder mediático y directivo en los pasillos. Pero la mejor presentación ya se ha hecho. Sólo Atlanta 1996 ganó a la primera y de que Madrid se presentó para 1972 bastantes miembros sólo se enteraron el mismo día de la votación cuando lo recordó el alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón. Para ellos era el primer intento y tal vez se acordaron demasiado de Barcelona. Asunto saldado. Esas cuentas no se harán en el futuro.
¿Qué futuro? ¿2016 o 2020? La elección no deja dudas en los nuevos tiempos olímpicos. Si 2016 será difícil, 2020 más. A bote pronto, surge el primer inconveniente para volver a intentarlo en la siguiente ocasión. Tras ganar Londres, la rotación de continentes. Pero hasta Rogge reconoce que el argumento ya no vale. Y en ese futuro más próximo difícilmente volverá a tener Madrid unos rivales tan fuertes como ahora. Aunque vuelva Nueva York o surja San Francisco, se ha visto el veto a Estados Unidos en el COI hasta expulsando al béisbol. Y nadie puede apostar aún, incluso si organiza unos magníficos Juegos Panamericanos en 2007, que Río de Janeiro garantice unos Juegos como en Europa. Sólo sería problema para Madrid pelear por los votos hispanos. Apenas la vuelta de Toronto, perdedora para 1996 y 2008, sería peligrosa como potencia real. La persistencia de La Habana sería una broma, como el anuncio de Nairobi. Suráfrica sería adversaria para 2020 porque primero tiene que sacar adelante su Mundial de fútbol en 2010 y la elección para 2016 sería en 2009, un año antes de saber si ha podido con la empresa. De Asia sólo quedaría alguna candidata japonesa, pero Pekín estaría muy cerca aún y se ha demostrado que sólo las capitales suponen garantías. No parece que Tokio vuelva y Osaka se estrelló con su parque-isla acuática para 2008. Madrid, si París no levanta la cabeza, y parece tenerla cortada, sería la gran baza otra vez incluso para romper las rotaciones. Moscú, que quiere seguir, siempre estará por detrás. Hamburgo y Milán, y ésta ya se lo replantea porque más rival sería Roma, nunca serían oposición firme a la única gran capital europea que nunca ha tenido unos Juegos.
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